El racionamiento
Sin duda alguna habíamos entrado en la época más trágica España
Ya en agosto de 1939 se habían implantado los cartillas de racionamiento porque la recesión económica que sobrevino tras la guerra civil hizo estragos en este país maltrecho que de una población de 26 millones de habitantes (casi 600000, entre exiliados y encarcelados) se había visto mermada considerablemente; pero la mayor merma la producía la miseria, pues las familias, en gran parte privadas del padre, el marido o los hermanos mayores, muertos en la contienda, exiliados o encarcelados, se veían privadas del principal elemento que tenían, o mejor dicho, debían haber tenido como fuente para allegar recursos económicos a la casa, para trabajar la tierra o al llegar el sustento a la familia
Como consecuencia de ello, se extendió por todo el país una enorme plaga de hambre y las enfermedades se transformaron en las principales protagonistas de aquellos tiempos. Era habitual ver a las gentes rebuscando en los montones de basura de los estercoleros, recogiendo cáscaras y restos de comida que aprovechan para su sustento. También lo era, ver niños y mujeres con una lata de las grandes de escabeche a modo de cubo y un ancho, rebuscando con detenimiento entre los montones de escorias y cenizas de los estercoleros, los trozos de carbón a medio quemar, las astillas que no habían ardido del todo y otros elementos de los que podían arder para ser utilizados en el fogón de la casa.
Chiste:
Cuatro hombres que subían un piano al piso 10 de un edificio..
Estaban muy cansados y uno de ellos dijo:
- Que vaya alguien a ver cuántos pisos nos faltan.
El más joven dice:
- Okay, voy yo.
El tipo sube y llega hasta el piso 10.
- Bueno, si subí 6 pisos es porque estamos en el piso 4. El tipo
Baja y le dice a sus compañeros:
- Les tengo dos malas noticias.
Uno de ellos le dice:
- Dinos una y la otra la dices cuando lleguemos.
- Okay, nos faltan 6 pisos para llegar.
Los hombres suben y ya bien cansados llegaron al piso 10. Uno de ellos. pregunta al otro:
- ¿Y cuál era la otra mala noticia?
El tipo le contesta:
- ¡Este no era el edificio!
¡Sé feliz!
