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29/12/2023
28/12/2023
24/08/2023
Hoy, 23 de abril, se celebran varios "días" en Navafría: el Día de la Tierra, el Día de Castilla Comunera y, ¿cómo no?, el Día del Libro.
Por eso hoy, precisamente, recomiendo el nuevo libro de poemas de Fernando Gil Cervel, con quien compartimos el amor a nuestra tierra.
El pueblo en el que Fernando vivió su infancia quedó sumergido en el tiempo, y otro pueblo, modificado, urbanizado, modernizado de mil maneras, vino a ocupar su lugar.
Pero algo ha ocurrido. Quizá la llegada de una primavera que puntea de rojo las zarzas, quizá el color y el movimiento ondulado de los prados, quizá el olor a tierra mojada, ¿quién sabe?.
Y el pueblo con sus callejuelas, las eras y los sembrados, la infancia, la casa vieja con su olor a pan, los momentos de juego, de ternura, de emoción y de tristeza, han salido a flote, han vuelto por un instante, y han quedado atrapados en estos poemas.
Es una delicia perderse en ellos, y verse arrastrado a aquellos lugares y a aquellos instantes irrepetibles.
Ignacio Meléndez Hevia
Así se muestra El Pozo Verde en estos díoas de abril (Foto del autor)
Ring, ring, suena el teléfono a las cuatro de la mañana, al descolgar se oye una voz que pregunta:
- Aló, aló, ¿La familia Silva?
Una voz dormilona contesta:
- ¡No tarado, la familia duerme!
El señor de la casa llama por teléfono y contesta la empleada:
- ¿Ha llamado algún imbécil, María?
- No, usted es el primero, señor.
Habiendo marcado equivocadamente un número telefónico, al comunicarse por larga distancia, una señora pregunta en tono angustiado.
- ¿Ya llegó Julio allí?
Una voz profunda respondió:
- No señora, no sé de que parte del mundo llama usted, pero aquí todavía estamos en abril.