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Contemplación del Alma

La Función de la Vida en la Creación

Corona de Gloria y Honor

 Soberanía del Rey

Una noche hace casi 3.000 años, el rey David ponderaba la aparente insignificancia de los seres humanos comparada con la inmensidad del cielo nocturno. En sus años como pastor de ovejas había pasado muchas noches a la intemperie, contemplando el cielo lleno de estrellas. Fíjese en los pensamientos que él registró.

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?

Salmos 8:3-4

Al meditar sobre la magnificencia y la inmencidad del universo, David se preguntó por qué Dios se preocupaba tanto por los seres humanos y su futuro. Él se dio cuenta de que dentro del gran espectro y enormidad del firmamento podemos parecer insignificantes. No obstante, también percibió que en el plan del gran Dios Creador ninguna parte de su creación física se comparaba en lo más mínimo con el propósito que él tiene para los seres humanos.

Al comprender que solamente Dios puede revelar su propósito de habernos creado, David continuó reflexionando sobre el destino del hombre: 

Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, Y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

Salmos 8:5-8

David meditaba así sobre el dominio que Dios le dio a la humanidad al momento de la creación, y al hacerlo se valió en parte del mismo lenguaje de Genesis 1:26, donde Dios dice:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Génesis 1:26

Por lo tanto, el hombre fue hecho a la imagen de Dios para reinar sobre su creación.

David se dio cuenta de que Dios ya le había concedido al hombre la capacidad para administrar una importante parte de su creación: nuestro planeta y sus maravillas. Pero él también sabía que había mucho más por venir.

Las palabras de David en el Salmo 8 son citadas posteriormente en con un comentario explicativo al final: 

pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, O el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos; Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

Hebreos 2:6-8

En este pasaje, la palabra “todo” es una traducción del vocablo griego ta panta, o “el todo”, que significa básicamente “el universo”. Esto es lo que Dios ha decidido dejar bajo el dominio del hombre, pero, como se aclara aquí mismo, no todavía.

Es muy posible que mientras contemplaba la grandeza celestial en las alturas, David haya recordado la asombrosa proclamación entregada a través de Moisés de que “el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo . . . el Eterno tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos” 

¡Qué declaración tan asombrosa! Estos versículos revelan que el hombre fue creado para compartir con Dios el dominio sobre todo el universo creado. No obstante, lo descrito es solo un aspecto de una realidad aún más grandiosa.

No sea que alces tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, seas impulsado, y te inclines a ellos y les sirvas; porque Jehová tu Dios los ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos.

Deuteronomio 4:19

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