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La libertad que tenemos en Cristo es una que nos trae bienestar espiritual y nos ayuda en nuestra relación con los demás. Dejemos que el Espíritu haga su obra transformadora en nosotros y vivamos libres del poder del pecado para la gloria y honra de nuestro Salvador.
En Jesús tenemos libertad tanto de la naturaleza de una cultura desviada de su valores como de tener que cumplir con toda la ley de un mundo dividido en su propio estado fuera de la voluntad de su palabra solo impera el conflicto. No hay nada que podamos hacer para ganar el perdón de Dios no importa cuán buenos aparentemos ser ante los ojos de los demás. Somos salvos por la gracia de Dios (Efesios 2:8-10) y solo el sacrificio de Cristo nos trae verdadera libertad en el interior de su espíritu fuera de el todo esta perdido.