fiin (eSPeRO)

-No sé si me entiendes- no lo decía retóricamente, de verdad pensaba que no la estaba entendiendo- pero no me gusta que me toreen, y no me hables así o te parto la cara, ¿sabes? Que si estamos aquí es por algo y si te toca cobrar llevas las de perder.

Echó un vistazo al parque vacío, más alla de mi hombro. Por supuesto, ella tenía razón, no estaba en situación de ponerme gallito. Estaba sola. Pero...

-No sé si me estás entendiendo tú a mí-contesté friamente- Yo también estoy aquí por algo. Llevo esperandoos una hora. Qué maleducadas. Pero como ya habéis llegado, podemos empezar
-¿Cómo que ahora que hemos llegado?- Parecía empezar a asustarse, y me encantó.
-Pues que esta noche está muy aburrida. No tengo nada que hacer. He sabido de unos comentarios que soléis hacer sobre mí y no me ha hecho gracia. ¿Empezamos, entonces?

Esperaba que al menos una de ellas fuera una cobarde. Si no, no tendría mas remedio que seguir mi propia farsa y liarme a guantazos. Gracias a... bueno, a la suerte, supongo, una de ellas se acongojó.

-Oye tia mira que nosotras no hemos dicho nada de ti, ¿eh? En serio, de verdad, te lo juro.

La que había hablado tenía pinta de estar nerviosa, muy nerviosa. No era de las que aguantan el tipo mientras te apuntan el cuello con una navaja. La miré con desprecio de arriba a abajo.

-Mentirosa-arrastré las sílabas para que sonara más lento- sé perfectamente la clase de gentuza que sois todas vosotras. No quiero perder el tiempo. Asique cuando queráis empezamos la fiesta.
-Se está tirando un farol. No tiene ni idea de quien somos- nuevamente tomó la voz la de las pintas.
-Prueba- murmuré con una sonrisa. Ahora sí me estaba divirtiendo. Y sabía que me tocaría cobrar. Pero ¿y el mal rato que las estaba haciendo pasar? Merecería la pena

Se miraron entre ellas, confusas. Las muy estúpidas no se daban cuenta de que las condiciones eran las mismas. Cinco contra mí. Lo único que había cambiado es que ahora era yo quien las amenazaba a ellas, quien las estaba diciendo que las iba a tocar cobrar... Algo a lo que por supuesto no estaba dispuesta a llegar. Pero ellas lo pensaban. Y el simple hecho de saber que la situación no la controlaban ellas, las debilitó los ánimos. Ni siquiera yo me lo podía creer. De pronto una de ellas abrió filas y se alejó del círculo.

-Yo paso de movidas, tía, vámonos de aquí.

La de las pintas la miró mal, pero cuando vio que las otras tres seguían a la primera, no tuvo más remedio que cerrar el pico, alzar la cabeza tanto como su escasa dignidad permitió y marcharse.

Me quedé con mi columpio. Una historia con final feliz.