¿Quién embalsamaba cadáveres en el siglo XV en un pequeño pueblo malagueño utilizando técnicas propias del Antiguo Egipto? El análisis de dos momias perfectamente conservadas en la localidad de Alpandeire podría aclarar el misterio.
En la Antigüedad la muerte era un viaje en el que el difunto pasaba directamente al Más Allá. El cuerpo físico era un reflejo del espiritual, por lo que el fallecido debía tener a su alcance todo lo necesario para poder empezar una vida nueva en la otra esfera. Por ese motivo era enterrado con ajuares funerarios, que debían acompañarlo al traspasar la frontera hacia el otro mundo: ropajes, comida, armas y amuletos.
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