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Nunca sabré por qué tu lengua entró en mi boca
Cuando nos despedimos en tu hotel
Después de un amistoso recorrer la ciudad
Y un ajuste preciso de distancias.
Creí por un momento que me dabas
Una cita futura,
Que abrías una tierra de nadie, un interregno
Donde alzanzar tu minucioso musgo.
Circundada de amigas me besaste,
Yo la excepción, el monstruo,
Y tú la transgesora murmurante.
Vaya a saber a quién besabas,
De quién te despedías.
Fui el vicario feliz de un solo instante,
El que a veces encuentra en su saliva
Un breve gusto a madreselva
Bajo cielos australes.