Quemar el monte Pindo es como destruir el monte sagrado de Galicia. Otero Pedrayo decía que es uno de los parajes de mayor emoción de la comunidad que en tiempos pretéritos fue morada de dioses. Es una fabulosa mole de granito multiforme apostada frente al mar de Fisterra que guarda innumerables restos arqueológicos, alimentó decenas de leyendas a lo largo de la historia, sirvió de refugio a huidos y cría más de 600 especies naturales. Sus rocas están marcadas por el simbolismo y su hechizo ejerce una invencible atracción.
El fuego lo arrasó por completo, incluso saltó la cascada de O Ézaro, único lugar de Europa en el que un río, el Xallas, se despeña por un precipicio en su desembocadura. Hay quien sostiene que antes llegaba al mar en otro punto, el Vadebois, pero un cataclismo, supuestamente acontecido en el siglo XIII, lo desvió por la garganta actual.
Cuenta una leyenda remota que el Pindo estaba todo poblado de robles, a los que prendieron fuego. Los carballos ardieron durante siete años, el número sagrado de la reina Lupa, que está enterrada en la cima del monte, con «sete millóns de ouro na cabeza e outros sete millóns na cabeceira». Según el Códice Calixtino, esta mujer cedió sus posesiones para sepultura del Apóstol.
También decía Sarmiento que las parejas estériles subían a este lugar en busca de descendencia. Junto a la Moa, su punto más alto, se llevaba a los enfermos desahuciados para un último intento salvador.
Como en Grecia, cada piedra de este macizo tiene una fábula. Caminar por sus senderos es como sentirse observado por figuras inmóviles que el viento y el agua fueron esculpiendo en el granito. Sin embargo, en todo el monte hay un sinfín de construcciones y restos que la actividad del hombre fue dejando. En el flanco occidental de la sierra estaba el castillo de San Xurxo, levantado en el siglo X y destruido por los irmandiños en 1467.
También hay restos de una ermita y las bases de cuatro murallas ciclópeas para refugio de los pueblos del entorno cuando eran atacados por piratas. En algunos tramos se puede acceder a lo alto por lo que queda de una calzada que semeja haber sido construida por gigantes a juzgar por el tamaño de las lajas. Aquí todo parece tener hechizo, pero todavía no tiene poder suficiente para salvarse del fuego.
