Don Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda del Gobierno español, Sheriff de Nottingham:
Yo, como millones de ciudadanos en España no tengo empleo. Sí tengo algo de suerte, pues publico cada semana una columna en este diario. También participo una vez a la semana en un programa de 8tv como colaboradora externa y una vez a la semana en un programa de la cadena SER, también como colaboradora externa. Convendrá usted conmigo, señor ministro, que como trabajo no es la leche. Pero no me quejo, porque hace un año ni eso tenía. Y porque millones de españoles ni eso tienen. No da para vivir, pero sí para no mendigar.
Hoy me ha llegado una carta de 8tv informándome de que Hacienda me ha embargado lo que ellos me iban a pagar este mes. Se lo tienen que pagar a ustedes.
Le cuento por qué.
Viendo que nadie iba a darme trabajo, hace tres años monté una pequeña empresita editorial. Me voy a cagar en este punto en esa moto que venden ustedes sobre los emprendedores: Sin créditos ni ayudas no es más que una pamema para que los ciudadanos entretengan su paro, paguen a Hacienda y se ahoguen en ese pozo que llaman autónomos, y de paso pierdan su derecho al subsidio de desempleo. Bien, fracasé, claro, y hace algunos meses cerré la editorial. Quedaron deudas con ustedes que he ido pagando religiosamente. Hasta que mis exiguos ingresos no han dado para más. Por eso, hace un par de meses solicité negociar esa deuda, ir abonándola a plazos. No podía pagarla y además hacer frente a alquiler, luz, agua, gas, teléfono, transporte público y la comida de la familia. Sé queustedes considerarán que el agua y el teléfono, así como el metro, supone vivir por encima de mis posibilidades, y tienen razón, lo es. Sin embargo, seguía empeñada en saldar mi deuda con ustedes.
En lugar de permitirme pagarlo poco a poco, la respuesta de Hacienda ha sido, hoy me he enterado, llamar a la televisión y decirle que lo que tenía que pagarme este mes se lo entregue a ustedes.
Con los tres picos que cobro de mis tres colaboraciones semanales apenas llego para pagar gastos básicos, hasta el punto de que a partir del día 20 de cada mes, mis hijos y yo tenemos que colarnos en el metro para poder llegar al colegio desde el lejano lugar al que me trasladé tras el desahucio del piso.
Ustedes saben todo eso, como saben que pedí que me dejaran pagar poco a poco, como saben que con lo que me queda tras su embargo a mi familia no le llega el dinero para comer.
Ustedes, me consta, están obligando a miles de empresas a entregar a Hacienda los magros pagos que deberían ir a sus trabajadores autónomos, pagos que en la mayoría de los casos no alcanzan los 600 euros de esa puñetera basura que llaman salario mínimo.
Ustedes saben que en mi situación hay millones de españoles, cuyo delito es no alcanzar con lo que ganan para cubrir sus pagos con Hacienda, y a quienes niegan aplazamientos y negociaciones.
Ustedes y sus amigos deben de divertirse de lo lindo con nosotros pensando en lo fácil que resulta trampear los pagos u ocultarlos, algo que los trabajadores decentes y aquellos que aún creen en la función de lo público no hacen.
Usted, señor Montoro, es el maldito sheriff de Nottigham y trabajar en este país es un castigo, un dolor, un pozo negro de miseria. Y lo único que usted y los suyos ignoran es lo que le cuesta a un trabajador por cuenta propia arañar un puñado insuficiente de euros cada mes.
Usted ahoga a las familias pobres dejando que las ricas distraigan su dinero y desvíen sus impuestos y jueguen con sus fondos.
Usted esta invitándonos a trabajar en negro, una invitación que, tras años de intentar lo contrario, a partir de ahora acepto con sumo gusto.
Yo les maldigo a ustedes una y mil veces por lo que están haciendo con las familias pobres españolas, pobres por su mala gestión, pobres porqueustedes nos han robado todo y le han dado la mitad a los bancos.
Yo no se cómo daré de comer a mis hijos este mes. Y como yo, millones de padres en España. Pero si sé cómo funciona el perverso sistema que han montado para enviar a la mayoría de la población a la miseria: primero nos largan a la calle; luego, cuando tratamos de sobrevivir por nuestra cuenta, nos arrebatan lo poco que facturamos peleando en este país destrozado por la corrupción, la ineptitud y la codicia de ustedes y sus gentes.
Solo me consuela saber que ninguno de los millones de parados ni ninguno de los millones de trabajadores por cuenta propia empobrecidos hasta la desesperación volverá a confiar en ustedes, si es que alguna vez lo hizo. Y que ustedes, sinvergüenzas, pagarán por ello.
Publicado el 7 / 5 /2014 Elmundo.
