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Vamos a llevarnos bien. Soy la única a quién jamás podrás ocultar tus pecados y lo sabes. Siempre estaré ahí presente, recordando lo que más deseas olvidar, martilleándote cada vez que tu mente se desvíe de la realidad.
- ¿En qué estabas pensando?
- En nada, no te preocupes, sigue…
Puedes engañarlos a todos, tú estás muy por encima, caminas sobre ellos como aquel que lo hacía sobre el agua, con deferencia, nunca con suficiencia. Nadie lo discute: eres buena persona, pero de nada te servirá repetirlo continuamente, ni como consuelo y menos aún como atenuante. Ese argumento puede ser válido para esa parte de ti que aún confía en salvar tu alma. Después estoy yo: “la otra parte”, la que no admite coartadas. Podrás esquivar la justicia de los humanos. Nunca la mía. Hasta el último de los días estaré golpeando con mis nudillos en tu puerta. Lo has adivinado. Soy tu condena.
24/08/2016