Conduciendo por las carreteras de Nebraska me cruzo con Laura y Jorge. Realmente son tres, Oliver será el ciudadano número 4 de la populosa población de Garlochín, conocida en todo el condado por su alegre ambiente. Allí no hay, afortunadamente, más asesinos en serie que Oriol y un servidor armados con metralletas de 2,5 euros compradas en los chinos. Somos asesinos en serie poco serios, correteando entre el bar y la tienda de Ramona. En Nebraska la vida transcurre sin más altibajos que recordar cabos de año, pagar la cuota de las fiestas o estar pendientes del pitido del panadero para no quedarse sin la barra grande. El abuelo Tono planta patatas en la picota, Loxa hace que hace en el Piñeiro. Nebraska.
“La vi en su jardín delantero haciendo girar su bastón de majorette. Nos fuimos a dar una vuelta y murieron diez personas inocentes. Desde la ciudad de Lincoln Nebraska con una escopeta 410 de cañones recortados en mi regazo. A través de los páramos de Wyoming maté a todo lo que se puso en mi camino. No puedo decir que esté arrepentido de las cosas que hemos hecho. Al menos tuvimos un poco de diversión por un rato.
El jurado me encontró culpable y el juez me condeno a muerte. A medianoche en una celda con correas alrededor de mi pecho. “Sheriff, cuando conecten la corriente y se encoja mi pobre cuello hacia atrás asegúrese de que mi chica está sentada aquí mimo en mi regazo”.
Me declararon no apto para vivir, que debería ser lanzado al gran vacío. Querían saber por qué hice lo que hice. Bueno, me imagino que este mundo no tiene sentido”
“Nebraska”, Bruce Springsteen
02/09/2016
