El último concierto de Los Suaves probablemente ya ha sucedido y nadie lo sabía. El último concierto de Los Arquinos nunca será porque Los Arquinos son eternos. Los Arquinos tocaron en la verbena del Big Bang, antes de los dinosaurios, y de ellos será la última nota que escucharán los últimos supervivientes de la guerra definitiva, la que dé paso a otra humanidad, más sensible con el arte de Tony Pérez y los suyos. El debate sobre el mejor conjunto musical que ha parido esta tierra, Ourense, se centra en Los Arquinos o el Cuco de Velle. Los Suaves es un grupo sobrevalorado: entre “O paraguas do Xosé” y “Dolores se llamaba Lola” no hay color. El surrealismo, el “te lo digo todo y no te digo nada”, el castrapo camuflado y, sobre todo, el intenso ritmo del tema emblemático de los del Cuco supera de largo a la historia de la niña descarriada por un mal amor. Es lo que va del “o que meu é meu e teu e o que teu é teu e meu” a “fuiste la niña de azul en un colegio de monjas”. No hay color, aunque se cite al azul. Los Arquinos, contracción de “Arca” y “Platinos”, llevan medio siglo con el mismo chunda chunda y su intro: “pa, parapapá, Los Arquinos,…”.. Lo dicho: el origen de la vida no está ni en Adán ni en Eva ni en las teorías de Darwin. El origen de la vida está en Los Arquinos porque muchos de vosotros habéis nacido gracias a un romance iniciado con un baile mientras ellos tocaban un merengue. Pues eso.
04/02/2016
