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“Si no fuera por miedo sería la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro”, decía Cecilia de aquella dama, dama de “alta cuna, de baja cama”. No es mi caso: ni miedo ni vergüenza con tal de sentirme por un ratito el niño en la Adoración. Ahí es nada. Este ayuntamiento tan surrealista o este pueblo tan anárquico, vaya usted a saber, ha convertido el Nacimiento a tamaño real en un photocall colocado en tal efecto en los jardines de Padre Feijoó.
04/12/2016