Decía Pirlo que “el fútbol es un deporte que se juega con la cabeza, los pies son las herramientas”. Y hablaba no sólo de golpear el balón con esa cosa redonda que habitualmente tenemos encima de los hombros. Hablaba de pensar, de imaginar lo imposible, de creerse que eres capaz de tocar el cielo. “Hasta que todo se complica por la presencia del otro equipo”, según las palabras de Sartre. Ahí la hemos liado. Y sobre todo por el portero. Ese ser ruin, salvo que sea el de tu equipo, encargado de desvanecer en el aire tus ilusiones por encumbrarte con el gol del siglo. Maldito seas.

15/04/2017