Adiós a Benedicto XVI

Vino al mundo un Sábado Santo de 1927 y ha sido llamado por el Padre el último día del año 2022. Josep Aloisius Ratzinger era el menor de tres hermanos de una modesta familia bávara. Por ello fue enviado a estudiar al Seminario Menor de Traunstein. A los 14 años le dieron el carnet de las Juventudes Hitlerianas. Poco antes de terminar la guerra consiguió desertar. Tras estudiar Filosofía y Teología, fue ordenado sacerdote en 1951, antes de convertirse en catedrático de Dogma y ofrecer una contribución como experto en el Concilio Vaticano II (1962-1965) que le hizo destacar.

Habré de reconocer que cuando la tarde del 19 de abril de 2005, fue elegido Papa, me eché las manos a la cabeza. Venía de ejercer como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Era el Gran Inquisidor quien ocupaba la Cátedra de San Pedro. Un defensor de la más estricta ortodoxia, un conservador que quizá andaría hacia atrás en el camino de modernización eclesial. 

Pero surgió entonces el Papa apegado al Evangelio. En su primera homilía subrayó: "Mi programa de gobierno es no hacer mi voluntad y seguir mis propias ideas, sino ponerme junto con toda la Iglesia a escuchar la palabra y la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él". Su primera encíclica, "Deus caritas est" apareció en la Navidad de 2005 y es, en mi opinión, uno de los más bellos textos apostólicos de la historia de la Iglesia, donde plantea el amor al prójimo como una obligación eclesial. Durante los ocho años de su pontificado, antes de su renuncia, hubo de afrontar los gravísimos escándalos de pederastia clerical, optando por escuchar y mirar a los ojos a las víctimas. Lidió, además, con las malas prácticas del banco vaticano y las finanzas internas, con las que nunca pudo acabar a pesar de sus intentos.

Probablemente por todo ello, cuando sintió que no tenía las fuerzas necesarias, para conducir a la Iglesia por los caminos del Evangelio, renunció. Era el primer Papa en renunciar en los últimos seis siglos. Que la Misericordia de Dios le acoja, ahora que comparece ante Él.