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Lo juro, intento ser breve; pero esto es lo que me sale. A ver para la próxima...
He vuelto a pillar la revista Eykio, sobre cultura japonesa; esta vez es un número de Otoño del año pasado. Por ella me entero de que Barcelona tiene un museo dedicado a la marihuana, el Hash Marihuana & Hemp Museum, y que tiene, o ha tenido, una exposición temporal con el nombre de 'Cannabis Japonica', dedicada al cáñamo japonés.
En Japón está prohibido el cultivo y consumo de cannabis desde 1948, durante la ocupación del país por Estados Unidos. Pero en el pasado, el cáñamo tenía allí múltiples usos, y uno de ellos era el textil, con prendas como el 'kamishimo'.
Un 'kamishimo' era un conjunto de dos piezas, 'kataginu' y 'hakama', que se llevaban sobre el kimono habitual. La chaqueta sin mangas, ó 'kataginu', lleva unos hombros exagerados, reforzados con papel, y tanto la parte delantera y trasera puede aparecer con el 'mon', ó escudo de armas de la familia. El pantalón, ó 'hakama', tiene siete pliegues que simbolizan cada una de las virtudes del samurai. A mi no me miréis, soy de vaqueros y camiseta.
La foto de modelo pertenece a la exposición temporal, y es un retrato de 1866, realizada por Felice Beato, un pionero de la fotografía:
https://es.wikipedia.org/wiki/Felice_Beato
La pose es un tanto rígida, debido seguramente al tiempo de exposición. El samurai sujeta con la mano derecha un abanico, que apoya en la cadera: ayudaría a mantener la postura. Lleva consigo sus dos espadas, símbolo de su condición de samurai. Al año siguiente de hacer la foto, se prohibió llevar espadas a los samurais retirados.
El dibujo está en la libreta japonesa, a tamaño cuartilla. El samurai, propiamente, está dibujado a pincel, pero como los rasgos son más pequeños, usé sólo la punta del pincel. No sabía si podía hacerlo, pero funciona. Eso sí, es como andar una marathón de puntillas: muy poca tinta en el pincel, y trazando despacio. Añadí una aguada de tinta y un par de toques de témpera blanca para marcar brillos.
Quería probar otra cosa para el fondo, que tiene forma ovalada, respetando la forma de la foto original. Para la pared usé un pincel de estarcir, aplicando golpes de muñequilla para cambiar la dirección de las cerdas del pincel. Con el suelo hice algo parecido, añadiendo un pincel de esponja. Para no invadir la figura con estos pinceles, usé un par de recortes de cartulina como plantilla. Separé pared y suelo con un poco de témpera blanca.
Hace años, recuerdo haber leído una entrevista de Jordi Bernet, un gran dibujante de comics, que decía que lo dibujaba todo con un pincel del 5. Yo uso uno del 2, pero ahora empiezo a entender cómo podía hacerlo. Y mi respeto por su labor aumenta exponencialmente.
Según la Real Academia de la Lengua Española, un noray es:
1. m. Mar. Poste o cualquier otra cosa que se utiliza para afirmar las amarras de los barcos.
2. m. Mar. Amarra que se da en tierra para asegurar la embarcación.
Esto no explica por qué hay uno en la playa del Arbeyal; eso sería más propio de un puerto. Y menos encima de un montículo de unos dos metros de altura, de piedra y mortero, que parece el resto de un muelle ó dársena. No hay placas o carteles explicativos alrededor que expliquen tal cosa, y no he encontrado nada por la red que hable del tema. Lo único que puedo decir es que está en el lado de la playa cercano a la entrada del Puerto del Musel, más o menos a la altura de un área de autocaravanas.
La poca información que he podido encontrar se reduce a un par de enlaces; los demás que encontré son copia en mayor o menor medida de éstos:
https://asturias.com/playa-del-arbeyal/#
https://es.wikipedia.org/wiki/Playa_del_Arbeyal
Lo cierto es que hasta algo después de la reinauguración de la playa en el 95, no solía frecuentar la zona, así que lo poco que sé son uno o dos detalles deslavazados que no aportan nada al tema del dibujo. La foto de modelo la hice una tarde de domingo, este Marzo.
Detrás del montículo con el noray, se ve un edificio largo, con grúas: son los Astilleros Armón, en el terreno que antes era de los Astilleros Juliana. Es el único astillero en funcionamiento que queda en la ciudad de Gijón (tengo oído que llegó a haber ocho, entre grandes y pequeños). El otro lado del montículo son edificios del barrio del Cerillero; no se distingue ni en el dibujo ni en la foto, pero entre ellos está el complejo del Club de Natación Santa Olaya.
He vuelto a usar la libreta de papel coreano, de tamaño a6. Me falta probar este tipo de papel con tinta china, para ver si luce igual, porque estoy contento con su resultado en acuarela. Sigo pegándome con los contrastes de luz, pero me gusta cómo quedó el dibujo.
Suelo decir qué pinceles uso al dibujar con tinta china; en acuarela no lo hago porque son varios, para evitar ensuciar la mezcla de colores. Pero bueno: normalmente uso pinceles redondos, aquí he usado cuatro, de distinto grosor, además de dos pinceles planos para zonas grandes. Aunque "grande", aquí es un término relativo; los edificios del fondo son una tarea de miniaturista.
"Trinca" fue publicada entre 1970 y 1973 como revista juvenil por la editorial Doncel. Era una publicación que albergaba distintas series de comic y reunió una serie de autores de la época: desde veteranos como Gabi ó Adolfo Buylla a gente nueva (entonces) como los Hermanos De La Fuente (Víctor y Chiqui), Antonio Hernández Palacios, Ventura y Nieto ó Miguel Calatayud. En la época de su publicación, yo era demasiado crío para leerla, pero con el tiempo fui viendo un número atrasado aquí y alla, y al ver obras posteriores de sus autores fui sabiendo un poco más. Personalmente, sólo tengo tres o cuatro números.
El último lo encontré en una librería de comic local que tiene sección de segunda mano: me llamó la atención la portada a color de Adolfo Buylla (que trabajó en Diego Valor), con su personaje Yago Veloz, que parodia el género de ciencia ficción. En su interior, además de las historias de comic, había una entrevista a René Goscinny (guionista cocreador de Asterix) y un par de artículos de carácter divulgativo: uno sobre el tenis, el otro era la segunda parte de un relato dedicado a Libia. La foto de modelo para el dibujo (hecha por Tondeur, según el pie de foto) viene de ahí. La portada podéis verla en este enlace:
https://www.tebeosfera.com/numeros/trinca_1970_doncel_53.html
El artículo en sí es muy genérico, se presenta a la Libia de la época como un pais en proceso de modernización y con un futuro prometedor a manos de su joven gobernante... un tal El Gadafi. Sabiendo un poco de su trayectoria posterior (por no hablar de su final), a ojos de hoy suena todo un poco raro. No creo que lo imaginasen siquiera, a la hora de redactarlo.
https://es.wikipedia.org/wiki/Muamar_el_Gadafi
Pero hablábamos de los tuareg; no se menciona el nombre en el artículo, sólo los denominan como beduinos ó señores de las arenas. Pero blanco y en botella, los tuareg no ocupan sólo Libia, sino que se extienden por todo el desierto del Sáhara. Pueblo principalmente nómada, también tiene población sedentaria en varios paises. Tienen una historia complicada y, en ocasiones, conflictiva. Para más referencia:
https://es.wikipedia.org/wiki/Tuareg
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_pueblo_tuareg
Y bueno, el dibujo: desde un punto de vista puramente estético, los tuareg siempre tienen un punto atractivo. Me recordaba historias de Salgari, y de otras novelas de aventuras. Ya sé que la realidad siempre es otra, pero qué quereis, uno viaja más con la mente que con el cuerpo (es más barato). El primer paso es el boceto, y hacer gente montada es complicado, porque haces la figura humana a partir de su montura, en este caso los dromedarios. Y los dromedarios son bichos muy desgarbados, proporcionarlos cuesta un poco.
En general, creo que bien. La foto original tenía sombras más duras, pero me gusta lo luminoso que quedó. Hay una especie de garabato en el cielo, que sólo vi cuando se secó el color: al parecer, quedó marcado un arañazo, no sé cómo. Y uno de los turbantes quedó manchado de un lado, por pintar el cielo con demasiado ímpetu. Pero no parece afectar al conjunto, creo. El dibujo fue hecho en la libreta de gusanillo, a tamaño cuartilla.
Tengo cosas mías en un trastero; principalmente, todo el material de lectura que no me entra en casa, entre comics, libros y revistas. Cada cierto tiempo, acabo reordenando el material y moviéndolo de una caja ó carpeta a otra. Así reencontré otros dos ejemplares en papel de El Cuaderno, esa publicación de Ediciones Trea que usé como modelo para Walt Whitman y William Faulkner. Uno estaba dedicado a poesía y no había mucho que rascar sobre imágenes, pero el segundo tenía una extena reseña de Albert Camus.
Lo que más me llama la atención de su vida es la independencia incondicional de pensamiento del autor, totalmente alejada de aberraciones como la disciplina de partido, y siempre buscando la verdad. Era un hombre del Sur, de todas partes y de ninguna: nacido en Argel cuando era colonia francesa, para los franceses continentales era argelino, y para los argelinos era francés. Premio Nobel en 1957, antes de tener 45 años, murió tres años después en un accidente de coche, el mismo día que debía contestar si aceptaba la oferta del entonces ministro de Cultura André Malraux de dirigir la Comédie Française. Si alguien quiere saber más, puede empezar aquí:
https://es.wikipedia.org/wiki/Albert_Camus
Mis lecturas sobre literatura se parecen un poco a un buffet libre: picoteo un poco aquí y allí, y si encuentro algo de lo que me gusta, repito. Si no, pues pruebo otros platos. Sobre Camus en concreto, tuve acceso a dos novelas y una obra de teatro. Si me hubiese limitado a la lectura de El Extranjero, que tuve que leer en el instituo para clase de Ética, no hubiera pasado de mera curiosidad; un tipo despegado emocionalmente que, para sentir algo, mata a un hombre que no conoce, no es algo que te anime particularmente. Pero pasado el tiempo, y gracias a un periódico que ofrecía libros a precios populares, me llegó La Peste. Y una obra que, por su temática, podría ser algo cínico y desesperanzado, acaba siendo una llamada a lo mejor de cada uno. Posteriormente, leí su obra de teatro Calígula, y todavía la estoy digeriendo, a pesar de que hace tiempo que la leí, porque va un poco más allá de mostrar a un tirano, y habla de la necesidad de perseguir el absurdo, pese a todo y a todos.
Y ya, sobre el dibujo: he vuelto a usar la libreta japonesa, a tamaño cuartilla. Para el dibujo a tinta china, he usado el pincel redondo de acuarela del 2. No es que se note mucho, pero hice dos aguadas distintas: una para el fondo, con acuarela negra, y otra para la figura, con aguada de tinta china. Aquí usé pinceles de 2 y de 8.
Las diferencias vienen por la densidad; la acuarela es menos contrastada, pero se maneja mejor que la aguada de tinta, que tiene mayor contraste, pero es más impredecible. En ambas usé un trapo de algodón, para absorber el sobrante del agua. De hecho, poco antes de acabar tenía en una mano el pincel y en la otra el trapo... y no me fijé y dejé una mancha de tinta encima de la cabeza del escritor (el entusiasmo es peligroso). La traté de retocar con témpera blanca, quedó así así. A pesar de eso, que no es poco, creo que es de lo mejor que he hecho en tinta china.
Si estás en el barrio de Cimadevilla, en Gijón, y sales por su lado oeste, accedes al Puerto Deportivo. Puedes dar un paseo por él hasta Fomento, recorrer la calle Rodríguez Sampedro hasta llegar a la Playa de Poniente y el Acuario, pasar los Edificios Barco y seguir por Mariano Pola, que se convierte en la Avenida de Galicia poco después de pasar el Hogar de San José. Sigue andando, y llegarás a Cuatro Caminos, donde cruzas la Avenida Príncipe de Asturias y la Avenida de Galicia deja de serlo, para pertenecer a Argentina... más o menos hasta la Iglesia de Fátima, donde se convierte en la Carretera de Avilés. Una vez pasado el barrio del Cerillero, la Carretera sigue, pero acaba el terreno urbano de Gijón.
Todo este rodeo para decir que un domingo de febrero me puse a andar en esa dirección hasta que me quedé sin acera. Me dió por sacar un par de fotos para futuros dibujos. Siendo sinceros, y así a ojo, al final apenas usaré un 10 por ciento de lo que fotografío. Pero ahí queda, para otra ocasión. Mientras no las borre por accidente..
Y la foto de modelo de ese dibujo fue el final del trayecto. Después de eso, hay una via de ferrocarril y sólo acceso por carretera. Ya era de tarde, así que salió una imagen crepuscular. No se nota en el dibujo, por desgracia; no lo saqué todo lo contrastado que me hubiera gustado. Concretamente, la mitad inferior me hubiera gustado más oscura. Pero parece que debo trabajar más el tema del contraste cromático.
Por el lado positivo, usé la libreta coreana, la de tamaño A6 de papel hanji, y me gusta cómo absorbe la acuarela. Además, es un papel fibroso y su textura le añade un sabor añejo al dibujo.
Joaki-00704/06/2023
astur_8203/06/2023
larocuky02/06/2023
mebarak198102/06/2023
maravillas1028/05/2023