Aquella vieja ardilla ibérica....

Imagen: de internet

2011 AÑO INTERNACIONAL DE LOS BOSQUES

Una antigua leyenda española afirmaba que hace dos mil años “una ardilla podía recorrer la Península desde los Pirineos hasta Gibraltar sin poner sus patas en el suelo”. Aunque se trata de una frase apócrifa y sin duda exagerada, nos puede servir como punto de partida para reflexionar sobre la progresiva deforestación de la península Ibérica.

De siempre ha existido una proporción directa entre desarrollo y deforestación. Así se puede afirmar que la actual deforestación de España se inicia precisamente con la actividad preindustrial de los romanos, especialmente en zonas de explotación minera.

Otra actividad que contribuyó a la deforestación fue el pastoreo, con la tala arbórea para incrementar los pastizales. Las ovejas, además, se comían los brotes y con la creación de la Mesta adquirieron el derecho a talar árboles en los montes.

Asimismo el desarrollo de la flota española, desde época de los Reyes Católicos, demandó ingentes cantidades de madera, lo que provocó la tala de amplias zonas boscosas de la península.

Otro factor fue las desamortizaciones de principios del siglo XIX, que implicaron la privatización de enormes superficies de bosques, y la revolución industrial, ávida de combustibles de origen vegetal y de infraestructuras, como el ferrocarril, para cuya construcción se emplearon los mejores robles y pinos de los bosques.

En nuestros días el desarrollo de la industria papelera o los incendios forestales son parte de los peligros que siguen acechando a nuestros bosques.