Beaver bombing

El castor estuvo ampliamente distribuido por Europa, aunque parece que en la Península Ibérica no fue muy abundante. El caso es que aquí se extinguió y en el resto del continente también estuvo a punto, de hecho a finales del siglo XIX sólo quedaban unos 1.200 ejemplares repartidos en ocho poblaciones. En 1922 se inició la recuperación con su reintroducción en Suecia.

Pero ha sido recientemente cuando ha aparecido el fenómeno denominado "beaver bombing" (bombardeo de castores) protagonizado por animalistas que, sin autorización, llegan con una furgoneta llena de castores y los sueltan en los ríos. Todo empezó allá por el año 1998, cuando un tal Olivier Rubbers, tuvo la idea de reintroducir los castores en Bélgica, transportándolos desde Alemania, con lo que, según su propia versión, inició una transformación de las vías fluviales. Ranas y peces acudían a depositar sus huevos en el agua estancada y los insectos y escarabajos prosperaban en la madera podrida de los árboles talados. 

El fenómeno fue extendiéndose y en España aparecieron en el Ebro en 2003, donde su presencia empieza a ser habitual. Posteriormente, ya en 2022, fueron descubiertos también en el río Tormes, un afluente del Duero, a su paso por la provincia de Zamora. Ahora se han detectado en la provincia de Jaén, en el curso del Guadalquivir.

Naturalmente el tema no deja de ser controvertido, pues si bien en principio no parece alarmante ni preocupante, pero los especialistas no tienen suficiente conocimiento de las posibles consecuencias, amén de posibles enfermedades que pudieran transmitir. En todo caso deben ser las autoridades competentes quienes determinen si se hace necesario algún tipo de intervención.

Imagen de internet: Un castor en el río Otter, Devon, Reino Unido, donde los animalistas los reintrodujeron mediante "beaver bombing" alrededor de 2008.