Cargar la cruz

Imagen: "Jesús Nazareno" obra del escultor José Capuz. Procesión del Santo Entierro. Marrajos (Cartagena-España). De mi archivo.

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16,24)

Jesús, cargado con su cruz, recorre la calle de la Amargura camino del Gólgota. Quien cinco días antes había sido recibido a gritos de "¡Hosanna!" va camino de su ejecución, por las demandas de las autoridades religiosas. Porque había mostrado el auténtico rostro de Dios. El rostro del amor, de la misericordia, de la justicia. Porque había denunciado su estricto formalismo, su hipocresía, su mercantilismo ("En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios" -Mateo, 21,31-)

Jesús no vuelve la cara ante la cruz. Quien quiera seguirle deberá afrontar los problemas del día a día, trabajando con honestidad para buscar las soluciones que en justicia correspondan. No sirve la inhibición, ni la tibieza, ni la falta de fe, ni el mirar para otro lado, ni el amedrentarse. No sirven, los miedos ni las quejas. El valor, por paradójico que parezca, lo proporciona la propia cruz.

"Al ser maltratado, se humillaba y no abría su boca: como cordero llevado al matadero" (Isaías, 53,7)