Cartageneros: Teresa de Cartagena

Mujer del siglo XV de la que mucho se ignora. Se piensa que era hija de Pedro de Cartagena y nieta del judío converso Selemoh ha-Leví, o Pablo de Santa María Cartagena, poeta, erudito e historiador; consejero de Enrique III, escritor teológico y comentarista bíblico, quien fue nombrado obispo de Cartagena en 1401. Trasladado D. Pablo de Santa María a la sede episcopal de Burgos en 1415, algunos autores sitúan en la capital castellana el nacimiento de Teresa.

Estudió en Salamanca lo que pudo, lo que se le permitía a las mujeres en un ambiente universitario reservado exclusivamente a los hombres. Ingresó en el monasterio franciscano de Santa Clara en Burgos alrededor del año 1440, pero en 1449 se trasladó al convento cisterciense de Las Huelgas, también en Burgos, donde parece ser que se aceptaba mejor su ascendencia conversa. Allí contrajo una enfermedad que la dejó sorda. Privada de la posibilidad del diálogo, se entrega a la lectura y a la escritura y ello le conduce por los caminos del misticismo.

De excelente prosa, nos lega a través de la copia realizada antes de 1481 por un tal Pero López de Trigo, su importante obra "La Arboleda de los Enfermos", donde se nos revela su hondura mística. Constituye "una serie de consideraciones morales para que los enfermos, lejos de ofender al Señor exasperados con sus dolencias, saquen de ellas abundante fruto espiritual". Prosa de oración son sus páginas. Con Teresa de Cartagena, se asoma el alma a sus destinos. Marco primero, segundo, tercero, cuarto y quinto... (los marcos tienen más corto nivel que las moradas de Santa Teresa de Jesús, aunque en ellos también cabe la labor de santificación). Obra de tal calidad literaria que los hombres de su tiempo no creyeron que hubiera sido una mujer, y además discapacitada su autora.

Mantuvo una fuerte amistad con Dª Juana de Mendoza, esposa del poeta Gómez Manrique, quien le estimuló a escribir "Admiración de las obras de Dios", obra que se enmarca en la esfera moral y nos habla principalmente de los favores espirituales que el Señor dispensa a las almas. Parte de la obra es una defensa frente a quienes le niegan el ingenio, sin duda por tratarse de una pluma femenina, teniendo problemas incluso con la Inquisición.

Teresa de Cartagena, cartagenera bien por nacimiento o más probablemente por origen familiar, es considerada precursora del florecimiento de la mística femenina del siglo XVI, que tendría su máxima expresión en Teresa de Ávila.