Cerámica sigillata

Terminado el curso en la Universidad de Mayores de Cartagena UPCT, podemos mirar para atrás y apreciar la cantidad de materias y conceptos que hemos ido aprendiendo durante el mismo. Una de las materias interesantes, a mi parecer, ha sido el Taller de Arqueología impartido por los profesores Elena Ruiz Valderas y Jaime Vizcaíno Sánchez, que nos ha permitido entender y valorar la complicada y delicada labor de los arqueólogos en las excavaciones.

Por ejemplo un concepto nuevo para mí es el de “cerámica sigillata”. El término “sigillata” viene referido al sello personal, “sigillum”, con el que cada alfarero marca e identifica sus productos, lo que permite conocer el origen, diseño y calidad de las piezas. Se conoce como “terra sigillata” a un tipo de cerámica de color rojizo brillante, que se obtenía del engobe formado por un baño de arcillas depuradas antes de su cocción en el horno. El servicio de mesa utilizado durante la época republicana, con su particular barniz negro, comienza a ser sustituido a mediados del siglo I a.C. por este tipo de cerámica de gran calidad que aparte de su típico color rojizo se caracteriza por tener una superficie dura y brillante la cual suele estar decorada con variadas y bellas figuras moldeadas. Esta decoración puede ser de dos tipos, narrativa o simbólica. Los primeros talleres productores se establecen dentro de la Península Itálica, en Arezzo. En Hispania, en principio se exportó esta cerámica, pero en los siglos I y II de nuestra era, en todas las ciudades hispanas ya existen talleres de terra sigillata hispánica. Se ha comprobado, además, que los alfares hispanos consiguen exportar sus productos a diversos lugares del sur de Galia y del norte de África.

Imagen: Museo Archeologico Nazionale G.C.Mecenate – MIBAC. Cerámica sigillata aretina con motivos fitomorfos.