Con guarnición de insectos

Nos sentamos a la mesa y ¿cuántas veces a la expresión "no me gusta" hemos de responder "¡pero si no lo has probado!". Soy de los convencidos que pecamos de tiquismiquis a la hora de comer. Y nos llenamos de prejuicios de distintas índoles para asegurar que algo no nos gusta, cuando en realidad esta afirmación no nace de nuestro paladar.

Un claro ejemplo lo tenemos en Europa con los insectos, que nos producen un rechazo de carácter cultural injustificado. Infinidad de especies animales recurren a ellos para su alimentación. En África, Asia y América Latina no es extraño su consumo. Los chapulines son una especialidad de la gastronomía mexicana, en Corea las crisálidas del gusano de seda se hierven y se toman como aperitivo, mientras que en África las termitas se preparan con técnicas muy diversas, según las costumbres de cada país.

Ahora un estudio de la Universidad de Haifa, en Israel, basado en la secuenciación del ADN hallado en boñigas frescas de vaca ha concluido que estos animales tradicionalmente considerados como herbívoros ingieren de forma habitual una amplia variedad de insectos que habitan en las plantas.

Pero también nosotros, sin saberlo, consumimos insectos, ya que es frecuente que las manzanas alojen algún gusano que se vuelve invisible cuando la fruta se procesa para fabricar zumo o mermelada. Lo mismo ocurre con la salsa de tomate, la harina, el café triturado y una larga lista de alimentos. Se calcula que los europeos podemos llegar a consumir alrededor de medio kilo de insectos al año.

Imagen de internet.