Cuentos de la Alhambra

"Allí me detuve para dirigir una última mirada sobre Granada. La colina en que me encontraba domina un maravilloso panorama de la ciudad, la vega y los montes que la rodean, y está situada en la parte del cuadrante opuesto a la Cuesta de las Lágrimas, famosa por el último Suspiro del Moro. Ahora podía comprender algo de los sentimientos experimentados por el pobre Boabdil cuando dio su adiós al paraíso que dejaba tras él y contempló el áspero y escarpado camino que lo conducía al destierro."

El escritor Washington Irving (1783-1859) es considerado como el primer hispanista norteamericano. Entre 1829 y 1832 fue secretario del consulado de Estados Unidos en España, viajando a lugares como El Escorial, Sevilla y Granada. Su estancia en Granada le dio la oportunidad de alojarse durante una temporada en la propia Alhambra. Fue entonces cuando aprovechó para recopilar las leyendas y cuentos granadinos que constituyeron el génesis de los "Cuentos de la Alhambra" que incluye historias como la del astrólogo árabe que contribuyó con su magia a derrotar a los ejércitos enemigos; la de las tres hermosas princesas encerradas en una torre para que no se enamoraran; la del peregrino del amor también encerrado en una torre por su celoso padre; la del legado del moro que nos habla de un fabuloso tesoro encontrado por un aguador; la de la Rosa de la Alhambra en que se nos muestra un laúd maravilloso capaz de curar la melancolía del rey.

Un siglo antes de que otro norteamericano, Ernest Hemingway, diera a conocer en todo el mundo los sanfermines de Pamplona, Washington Irving, extendió el interés por la Alhambra. Quizá por  esta razón las autoridades españolas empezaron a mirarla con otros ojos, declarándola Monumento Nacional en 1870. Consecuencia de esa declaración y el consiguiente compromiso del Estado, fueron las importantes intervenciones llevadas a cabo a lo largo del siglo XX, impulsadas, entre otros, por Leopoldo Torres Balbás, considerado el padre de la Alhambra moderna. 

En 1984 tuvo lugar la inclusión oficial de la Alhambra y el Generalife en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, declaración que se amplió diez años después al barrio granadino del Albaicín.