El libro de las ilusiones

Un alto porcentaje de películas de la época del cine mudo se perdieron para siempre. Muchas fueron pasto del fuego debido a la presencia de nitrato en aquellas cintas, un producto muy inflamable. Otras sufrieron graves deterioros al no conservarse en los niveles de humedad y temperatura exigibles, pero la gran mayoría fueron destruidas intencionadamente, pues tenían poco o ningún valor comercial con posterioridad a 1930, época en la que aparece el cine sonoro.

Entre mis lecturas de este verano está "El libro de las ilusiones" del reconocido autor norteamericano Paul  Auster, que entre otras consideraciones no deja de ser un homenaje al cine y concretamente al cine mudo. En ella David Zimmer, un  profesor universitario, con quien la tragedia se ha cebado al perder en un accidente aéreo a su mujer y sus dos hijos, se encierra en casa con sus recuerdos, pasando el tiempo entre el sofá, la televisión y la bebida. Un buen día alguien consigue sacarle una risotada. Esa risa motivada por una escena de cine mudo interpretada por Hector Mann, un actor que desapareció misteriosamente, saca a Zimmer de su catatonia vital para recorrer medio mundo tratando de recuperar las cintas perdidas de aquel actor, experiencia que le permite escribir "El silencioso mundo de Hector Mann".

Tras la publicación de este libro, un buen día Zimmer recibe una misiva de una tal Frieda Spelling, quien dice ser esposa de Hector Mann invitándole a visitar al actor en Nuevo Mexico. Al parecer y refugiado en una nueva identidad, Héctor continuó haciendo películas que nunca se proyectaron y que deberán ser quemadas a su muerte.

Un libro de personajes potentes, que con sus medios sobreviven a sus propias tragedias, con historias dentro de la historia, que ahonda en ese existencialismo del absurdo propio de Paul Auster, donde la destrucción, el fuego y la muerte adquieren ese matiz redentor en que se sustenta el arte efímero. El autor alude a una cita de Buñuel, sin expresarla y que bien pudo ser esta: "Si me propusiera quemar todas mis películas, lo haría sin pensarlo un momento. A mi no me interesa el arte, sino la gente" 

Una trama auténticamente genuina, que convierte la lectura de "El libro de la ilusiones" de Paul Auster en recomendable.