El pan, alimento básico

Los romanos establecieron que con tres libras romanas (aproximadamente un kilo) de trigo por hombre y día sus legionarios estaban en condiciones de entrar en combate.

Con este trigo elaboraban pan y una galleta muy dura que resistía las inclemencias del tiempo. Naturalmente los soldados romanos completaban aquella dieta con legumbres (entre las que destacaban las lentejas y las habas) y verduras (principalmente, cebollas, puerros y ajos). Una fórmula que, todavía hoy, constituye la base de la dieta Mediterránea. Y naturalmente si cazaban un conejo o robaban una gallina pues tanto mejor.

El pan se ha considerado desde siempre como el alimento básico. Existen evidencias arqueológicas de que ya en la prehistoria, hacia el año 75.000 a.C., se molían semillas que mezcladas con agua formaban una masa que se cocía en forma de tortas. Aunque el pan de trigo como hoy lo conocemos no se consumió hasta el año 2500 a.C., en Egipto. Era todavía un pan ácimo, sin levadura, negro y tosco, sin esponjosidad, sin apenas molla.

Los niños españoles de mi época infantil, siempre echábamos un bocadillo en nuestra cartera para comerlo durante el recreo escolar. Hoy existen una gran variedad de panes, debido a sus procesos de elaboración, a las tradiciones culinarias, a la disponibilidad de los diferentes tipos cereales, a las formas impresas a sus masas, a la ausencia de uno de sus ingredientes (como puede ser de la levadura), a las decoraciones exteriores, etcétera.

Así que si ustedes se acercan a una panadería especializada, seguro que encuentran ese pan que satisfará su gusto.

Imagen propia.