Elefantes de guerra

Fue en el año 218 a.C. cuando Aníbal decide dejar a su hermano Asdrúbal Barca al frente de los ejércitos en España, y tras reunir un poderoso ejército, en el que formaban mercenarios iberos y celtas, norteafricanos y baleares, con caudillos como Indíbil y Mandonio de las tribus del Segre, el libio Naravas o el celta Alysos, parte desde Qart Hadast hacia Roma, con 90.000 infantes, 12.000 jinetes y 50 elefantes.

Los elefantes de guerra eran los carros de combate de la antiguedad, utilizados para pisotear al enemigo y ponerlo en fuga. Alejandro Magno hubo de enfrentarse a ellos, y quedó tan impresionado que quiso incorporarlos a su propio ejército. Los cartagineses adiestraron a los elefantes de bosque norteafricanos (subespecie ya extinguida, eran más pequeños y manejables que los indómitos elefantes de la sabana) y Aníbal los utilizó frecuentemente.

Los romanos intentaron encontrar armas eficaces contra los elefantes. Así descubrieron que estos se atemorizaban ante los alaridos de los cerdos y cubriéndolos con brea y prendiéndoles fuego los lanzaban hacia los elefantes. Finalmente optaron por atacar a los elefantes en las patas con hachas tratando de seccionarles los tendones.

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