Mostar

Amanece el jueves 6 de Junio de 2019 y tras el desayuno nos subimos de nuevo al autobús, para hacer una incursión en Bosnia-Herzegovina. Tras el rápido trance de frontera, entramos en un pais de bellas vistas, pero que de inmediato se nos muestra más pobre. No hay autopistas y  se transita por viejas carreteras. 

Y llegamos a Mostar en la región de Herzegovina. y lo primero que notamos al echar pie a tierra, es que la última guerra balcánica ha dejado aquí hondas huellas. Edificios derruidos o con los impactos en las fachadas. Nuestra guía local comenta, que se intenta reconstruir la convivencia, pero para muchas personas que perdieron familiares, trabajo y hacienda no resulta nada fácil pasar página tan rápidamente.

Mostar, con una población que supera los 100.000 habitantes, está cruzada por el río Neretva. Su desarrollo parte de la fortificación por los otomanos en el siglo XV. En 1878 se integra en el Imperio Austro Húngaro y  en 1918 queda integrada en Yugoslavia. La independencia de Bosnia-Herzegovina, proclamada en marzo de 1992, marcaría una de las etapas más tristes de Mostar, al igual que ocurriría en el resto de Bosnia. Durante 18 meses, entre abril de 1992 y diciembre de 1993, la ciudad fue sometida a un severo sitio en el que se perdieron miles de vidas y que supuso la destrucción parcial o completa de su patrimonio cultural. 

Lo primero que encontramos en nuestra ruta es la iglesia franciscana de San Pedro y San Pablo, con un altísimo campanario de nueva construcción, nombrado "Campanario de la paz". Ya en el centro histórico, sin duda el puente viejo (Stari Most, que dió nombre a la ciudad) es el atractivo principal. Con un solo arco y una altura de 29 metros, fue obra de Mimar Hajruddin en el siglo XVI. El 9 de noviembre de 1993 fue deliberadamente destruido por las fuerzas militares croatas en el marco de la Guerra de los Balcanes. Finalizado el conflicto bélico, un comité internacional dirigido por la UNESCO se encargó de su reconstrucción. Además fue declarado Patrimonio de la Humanidad.

La calle Kujundziluk, en el margen derecho del río y pegada al puente, alberga el Antiguo Bazar de Mostar, conformado hoy por un grupo de tiendas y puestecitos callejeros apilados en pocos metros. Mezquitas y casas turcas completan su aferta turística. 

Llegada la hora de comer tenemos mesa en el restaurante Bascine, donde degustamos un plato caracteístico del país. Dentro de un pan bosnio una parrillada de carne surtida, que resulta ser bastante contundente.

Desde muy cerca del restaurante llegan los efluvios del aroma a café de un tostadero, donde por un euro (aquí los aceptan), degustamos una exquisita taza, que nos permite terminar la visita, antes de partir rumbo a la capital Sarajevo.

Imagen propia: Puente viejo de Mostar. Obsérvese bajo el arco, el balneario del río.

Estamos en Julio y me traslado a mi residencia junto al Mar Menor. Allí no dispongo de ordenador ni de línea de internet (de todo hay que descansar). Por tanto estas actualizaciónes se espaciarán, aunque al menos una vez por semana vendré a Cartagena y actualizaré.