Potuit, decuit, ergo fecit

Juan Duns Scoto fue un filósofo, teólogo y franciscano escocés del siglo XIII y principios del XIV, que ejerció la docencia en las universidades de Oxford y París, donde fue conocido como "Doctor Subtilis" (Doctor Sutil) por su inteligencia unida a su bondad.

Pero el episodio que le hizo pasar a la historia fue una disputa pública (frecuentes en aquella época entre autoridades académicas) en la Sorbona parisina cuando unos 200 teólogos debatían sobre la existencia o inexistencia del pecado original en la Virgen María. Parecía imponerse la opinión de que una concepción inmaculada era infundada y con serías dificultades teológicas. Fué entonces cuando Juan Duns Escoto se levantó tomó la palabra y basándose en las Escrituras y en la Patrística fue rebatiendo los argumentos dados por los otros teólogos. Finalmente presentó su argumento, sirviéndose de las bases que ya habían aportado Raimundo Lulio y Guillermo de la Ware, haciendo ver que no se opone a la universalidad de la Redención: María habría sido preservada del pecado original «ex previsis meritis» de Cristo, concluyendo con el pensamiento que ha pasado a la posteridad: "POTUIT, DECUIT, ERGO FECIT" (Podía, convenía, luego lo hizo)

La Orden de los franciscanos se mostró muy favorable a la doctrina y fiesta de la Inmaculada. En su Capítulo General de 1263, se declaró fiesta obligatoria para toda la Orden. Sin embargo no fue hasta el 8 de diciembre de 1854, cuando rodeado de cincuenta y cuatro cardenales, cuarenta y dos arzobispos y noventa y ocho obispos, el Papa Pío IX dio la bula Ineffabilis Deus, en la que proclamaba el dogma de la Inmaculada Concepción de María.