Rio Misisipi

Imagen: Robert Michel "Bridge on the Mississipi River" (Puente entre Baton Rouge y Port Allen).

De entre las colecciones de cromos que hice de niño, recuerdo con cariño una titulada "Historia de los grandes rios". Aquellos cromos despertaron nuestra curiosidad infantil y nos hicieron tamar conciencia de que el mundo no acababa en nuestra calle y en nuestro barrio.Existían maravillosos lugares lejanos, que albergaban otras culturas y otros pensamientos y otros sueños.

En recuerdo y homenaje a aquella colección de cromos inicio hoy una serie dedicada a la "Historia de los grandes rios", con un rio emblemático de América del Norte: El Misisipi.

Conocido por los indígenas como "Michi-Sepi" o "padre de las aguas", el Misisipi nace en el Lago Itasca (Minnesota) y desemboca en el Golfo de México, recorriendo unos 3.770 km. Al sumarle el curso de su afluente el Missouri, queda con 6.210 km, convirtiéndose en el tercero más largo del mundo después del Nilo y el Amazonas. Su red fluvial presenta unos 25.900 km de curso navegable y su caudal es mayor al de cualquier otro río de Norteamérica. El rio baña ciudades tan importantes como Minneapolis, Saint Paul, Saint Louis, Memphis, Vicksburg, Baton Rouge o Nueva Orleans.

Fueron los españoles los primeros en explorar el Misisipi (llamado por ellos Río del Espíritu Santo) desde La Florida. Hernando de Soto reclamó la cuenca del Misisipi para España en 1538. En 1541 Francisco Vázquez de Coronado explora las extensas praderas (Grandes Llanos) de este territorio al que llamó Cíbola o Llanos de Cíbola (por la abundancia de cíbolos o bisontes americanos. Sin embargo al no encontrar riquezas minerales (especialmente oro), no fundaron ningún asentamiento. Serían los franceses quienes colonizarían el territorio como parte de su proyecto de fundar un imperio en América. A principios del siglo XIX, lo que entonces era el vasto territorio de Louisiana sería vendido a los Estados Unidos. Con sus dólares, Washington compró también una cultura mulata, polirracial, tolerante del vicio, nada puritana y suavemente etílica.

El río Misisipi y su llanura aluvial albergan una fauna y flora muy ricas que componen el mayor sistema continuo de marismas del continente norteamericano. Las al menos 260 especies de peces que viven el río, constituyen la cuarta parte de todas las existentes en América del Norte. Especies endémicas de aves y mamíferos completan su riqueza faunística, sin olvidar su flora. Aunque como no es difícil imaginar, los excesos de la agricultura intensiva vierten a sus cauces, importantes aluviones de fertilizantes y pesticidas, que ponen en peligro su equilibrio ecológico.

El rio sirvió de barrera durante la guerra civil (donde nació el vocablo yankie), y después fue moldeando las características entre el norte y el sur: mientras en un extremo los esclavos negros dejaban sus vidas cosechando algodón, por el otro, hombres de levita hinchaban el pecho (y el bolsillo) con el cargamento de los enormes vapores.

Pero el gran río supo de desprecios. Alcanzada la holgura económica, los ferrocarriles no tardaron en aparecer con el humo de sus locomotoras. Después llegó el humo de los camiones y todo se oscureció de pronto. Norteamérica le dio la espalda por décadas y al Misisippi no le quedó más alternativa que vivir de recuerdos. Quizá por eso el tiempo parece congelado en uno de estos barcos dedicados al turismo. Y si no fuera por los rascacielos que aparecen de tanto en tanto, podría decirse también que en sus riberas se ha detenido la historia

Del Misisipi, nos llegan los acordes de sus músicas. Aquí nació el "blues" expresión de sentimiento de los antiguos esclavos negros, como aquellos que interpretara la mítica Bessie Smith. Fue asimismo en Nueva Orleáns, en el barrio prostibulario de Storyville, donde nació el "jazz", tras los acordes del piano de Jelly Roll Morton y su banda, de los sonidos del trombón de Kid Ory o los sones de trompeta Louis Armstrong.

Del Misisipi nos llegan sus relatos literarios, partiendo de Mark Twain y sus Aventuras de Sawyer y Huckleberry Finn que nos regalaron el río de niños, hasta autores como Eudora Welty o William Faulkner entre otros muchos.

Del Misisipi nos llegan sus películas, desde la mítica "Gone with the Wind" (Lo que el viento se llevó) de Sam Wood, George Cukor y Victor Fleming de 1939 hasta "Mississippi Burning" (Arde Misisipi) de Alan Parker de 1988