Señala esta catedral, como la de Salamanca, el final del arte gótico en Castilla, ya en pleno siglo XVI. La antigua catedral románica de Santa María, consagrada en 1228 y derribada hacia 1521, a raíz de la guerra de las Comunidades, se encontraba frente al Alcázar, donde se hicieron fuertes los comuneros. Cuando, vuelta la paz, Segovia notó la ausencia de su catedral, no faltaron piedras, dinero y braceros para levantar otra más monumental en sitio másadecuado.
Así, en 1525 se puso la primera piedra, encargándose la obra al arquitecto Juan Gil de Hontañón, quien solo dibujó los planos antes de morir y fue su hijo, Rodrigo Gil de Hontañón, el que dirigió las obras, levantando un templo con esbeltos pináculos y bóvedas de crucería góticas pero con un concepto del espacio ya renacentista que le da una especial luminosidad. Contrariamente a lo habitual, la catedral se comenzó a construir por los pies y se acabó en el ábside, no siendo consagrada hasta 1768. Gemela a la de Salamanca, aunque con notables variantes de ábside, coro y otros detalles.
La fachada principal, de triple puerta, es demasiado severa. Destaca la esbelta torre, adornada de arquerías ciegas, cuya linterna se eleva a 88 metros. La fachada norte, frente a la Plaza Mayor, es más vistosa y adornada con botareles, ventanas, escudos, cornisa y cresterías. Encastrada entre las estrechas calles del centro histórico, no podemos hacernos una idea del tamaño del edificio hasta que no entramos. En ese momento, los 33 metros de altura de la nave central, su anchura de 50 metros y los 105 de su longitud nos dan una idea de su grandiosidad y nuestra pequeñez.
El coro conserva la sillería de madera de la antigua catedral. En los extremos los dos sillares más destacados, con escudo real, fueron incluidos por Enrique IV para que él y su mujer tuvieran primera línea en los rezos. En el centro del coro hay unos enormes cantorales del siglo XVI y, a los lados, dos órganos del XVIII.
En el altar mayor, un retablo donado por Carlos III y trazado por Sabatini en 1786, en mármoles y bronces de una belleza insuperable. La imagen de la Virgen de la Paz fue donada a la catedral por Enrique IV, aunque se cree que fue primero de Fernando III el Santo. Los más de dos siglos de construcción de la catedral también se aprecian en el estilo barroco de las rejas del coro y del altar.
Sus más de veinte capillas, albergan importantes obras de arte sacro, destacando un Santo Entierro de Juan de Juni, el Cristo Yacente de Gregorio Fernández, la pila bautismal en la Capilla de Santa Bárbara, un tríptico de Ambrosio Benson, la copia del Sinodal de Aguilafuente, el primer incunable español impreso en 1472…
Mención aparte merece el trascoro, con su retablo diseñado para la capilla del palacio de Isabel de Farnesio –Palacio Real de Riofrío–. No llegó a lucirse en el palacio y se trasladó aquí. Es ahí donde se encuentra la urna con las reliquias de San Frutos que estaban en la antigua catedral.
