Stirling (1) Castillo

Situada en el centro geográfico de Escocia, Stirling es la última ciudad escocesa que vamos a visitar en este breve viaje. Con 40.000 habitantes es una ciudad cargada de historia, y conocida especialmente por su castillo medieval situado sobre una roca volcánica escarpada. Por su situación, justo en la frontera con las Tierras Altas, es uno de los lugares estratégicos más importantes del país. De hecho, es famosa la frase que se ha pronunciado en multitud de guerras : "El que controla Stirling, controla Escocia". Por ello ha sido testigo de asedios y disputas por la independencia, de la coronación de reyes y reinas, de fastuosos banquetes y celebraciones…

Y hacia allí nos dirigimos. En la entrada encontramos la estatua del rey Robert de Bruce, quien reinó en Escocia principios del siglo XIV. Por cierto tras su muerte, su corazón debía ser enterrado en Jerusalem, pero en el viaje pasó por España y en la batalla de Teba fue capturado por Muhammed IV de Granada, quien finalmente se lo envió a Alfonso XI de Castilla y este lo restituyó a Escocia para ser enterrado en la Abadía de Melrose.

Pero volvamos al castillo de Stirling. Sus referencias más antiguas son del siglo XII, pero la mayor parte de los edificios principales del castillo datan de los siglos XIV, XV y XVI mientras las defensas exteriores del castillo que dan hacia la ciudad, datan de principios del siglo XVIII.

Ya en el interior visitamos las habitaciones del Palacio Renacentista de Jacobo V, recreándonos en sus pinturas sobre las chimeneas con unicornios (el símbolo de la casa real) y con el suntuoso tapiz del rapto del unicornio, en la sala del trono.

También las “Stirling heads”, unos rosetones de madera pintada colocadas en el artesonado que representan a figuras históricas.

En las cocinas nos encontramos con la recreación de una cocina medieval en pleno proceso de creación de un banquete. Se puede ver dónde se preparaba la comida, qué tipo de platos se cocinaban, dónde se elaboraba la cerveza, se almacenaba el vino y se horneaba el pan para todos los invitados.

Nos solazamos en el jardín de la Reina Ana, un agradable lugar donde se aprecia la robustez de la construcción.

Recorremos el Museo del Regimiento de los Highlanders, que tenían su base en esta fortaleza. Esta unidad fue uno de los cuerpos de élite más destacados del Ejército Imperial Británico, protagonizando alguna de las proezas más épicas de la historia militar, como La Delgada Línea Roja en la Batalla de Balaklava –en el contexto de la Guerra de Crimea-, o su participación en la Batalla de Normandía de la II Guerra Mundial.

Visitamos finalmente el Gran Salón, que se conocía como “Dorado Real” por aquel entonces y que se usaba para denotar poder. Es, de lejos, el mayor salón para banquetes de toda la Escocia medieval y su techo de madera se asemeja a la quilla de un barco al revés.