Toledo (1). Los Judíos

Llegamos a Toledo, conocida como Ciudad de las Tres Culturas. Aquí convivieron durante siglos musulmanes, judíos y cristianos, cuyo legado múltiple es aún perceptible donde quiera que se mire, desde sus monumentos a sus delicias gastronómicas.

Hablamos hoy de la presencia judía en Toledo, que constatamos con la visita a la Sinagoga del Tránsito. Existe constancia escrita de presencia judía en Toledo desde el siglo IV, cuando esa comunidad se benefició de la tolerancia romana hacia todas las creencias. Así lo recogió el Código de Alarico o Lex Romana Visigothorum que refundió la normativa tardorromana relativa a los judíos.

La situación empeoró tras la conversión de Recaredo al catolicismo. Aparece un claro sentimiento contra los judíos, a quienes se acusaba de la muerte de Jesucristo. Se dictan normas antisemitas, lo que suponía una ruptura con toda la legislación anterior. Por ello resulta comprensible que estos acogieran a los árabes como sus libertadores en 711.

Cuando las tropas del rey Alfonso VI de León tomaron Toledo en 1085, la aljama local pasó a ser la más importante de su reino. Con el reinado de Alfonso X el Sabio, entre 1252 y 1284, llega un periodo de prosperidad para la comunidad judía de Toledo, cuando esta alcanzó su mayor desarrollo. Coincide con la actividad de la prestigiosa Escuela de Traductores local, una institución que cultivó la colaboración entre eruditos judíos, musulmanes y cristianos, y que multiplicó el saber de la época. Los judíos gozaban de la protección de unos reyes a quienes los banqueros judíos financiaban.

En el siglo XIV, cuando ya estaba prohibido levantar sinagogas en el Reino de Castilla, el rey Pedro I hizo una excepción y permitió que se edificara la Sinagoga del Tránsito. Es una sinagoga construida bajo el mecenazgo de Samuel ha-Levi, en estilo mudéjar en la que destaca una armadura de par y nudillo, la Gran Sala de oración ornamentada con arquillos que permiten la entrada de luz exterior y frisos policromados en yeso decorados con motivos vegetales, geométricos y epigráficos.

La convivencia pacífica entre judíos, musulmanes y cristianos no fue, ni de lejos, idílica. Con la entronización de la Casa de Trastámara los ataques contra la judería toledana empiezan a ser frecuentes. Especialmente violento fue el de 1391, que la historia recordará con el nombre de podrom de Toledo, y que supuso la muerte de decenas de judíos y la destrucción de la mayoría de las sinagogas.

El golpe definitivo llegaría con la expulsión decretada por los Reyes Católicos en 1492, que supuso que muchos judíos tuvieran que abandonar definitivamente Toledo, llevándose las llaves de sus casas porque albergaban la intención de volver algún día.