Este año nuestro belén ha crecido, tanto en tamaño como en escenas representadas, porque hemos instalado una, la Presentación en el Templo (casi, casi Circuncisión), que construí hace exactamente 25 años y que hasta ahora sólo habíamos expuesto dos veces. Aunque cronológicamente sería la última del relato, aquí va hoy, porque quiero compartirla con vosotros, figura a figura.

Ésta es la fachada del Templo, muy clásica ella, a base de corcho (cada sillar está hecho independientemente y luego aciplado), escayola y madera. Otro detalle más, con el Espíritu Santo:

Delante del Templo está preparado el altar, con unas flores, un aguamanil y una almohada con el cuchillo para la Circuncisión, como puede verse en la última foto de hoy. Mañana iremos presentando a los diferentes personajes del episodio.

Espero que os haya parecido interesante. Mañana seguimos. Un abrazo.

 Aquí tenemos a los naturales y foráneos de Belén entregados a toda clase de actividades festivas, desde chismorrear por las calles al volver de la compra hasta jugar a las cartas.

  A mí me gusta mucho el grupo del herrero, rodeado de su familia, que le lleva unas viandas para hacer más ligero el trabajo.

       Todas son figuras de artesanía napolitana, algo anacrónicas (bueno, mucho), pero son muy bonitas.

      Hoy vamos a volver hacia atrás en el tiempo y en el espacio, a Nazaret, donde tiene lugar la escena de la Anunciación. Es uno de los grupos más personales de nuestro belén, porque las figuras son creación personal mía, igual que los elementos complementarios (atril, jarrón de azucenas). Habría querido presentar como anexo el Sueño de San José, pero no era fácil elaborar una figura durmiente, así que opté por presentar al Santo asombrado ante el prodigio, casi oculto tras una columna y pendiente del mensaje angélico.

      Volvemos a Belén, a la posada por antonomasia, donde María y José reciben la negativa del posadero (evidentemente, el "overbooking" ya existía por entonces). Escoba en mano y a la luz de un farol, está arreglando el exterior de su negocio, cuajado de enredaderas, macetas y hasta un gato, que asiste impasible a la desolación de los viajeros.

       Espero que os hayan gustado las fotos, aunque apenas hay cambios respecto al año pasado.

     Este año, nuestro belén apenas tiene novedades: algún farol más y, sobre todo, un rey Herodes inmigrado de Sicilia, de Palermo concretamente, que no ha tenido ningún inconveniente en tomar posesión del castillo. 

      Hoy hacemos una introducción espacial, mostrando varias vistas del pueblo de Belén, atestado de gente llegada para cumplir con el decreto de empadronamiento.

 

 

Con motivo del III Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades que se está celebrando en Murcia va a tener lugar una Procesión Magna, reuniendo esculturas y grupos pasionarios no sólo de la capital, sino de toda la región. Algunas de esas tallas son una auténtica maravilla, y como botón de muestra he escogido el grupo de la Virgen de las Angustias que la cofradía de servitas encargó a Francisco salzillo en 1739 y fue estrenado al año siguiente, en 1740.

Francisco Salzillo representa, al menos desde mi punto de vista, la culminación de la imaginería religiosa en el siglo XVIII. Como sabemos, era hijo de un maestro italiano, Nicola Salzillo, afincado en Murcia como otros muchos gracias a la relación existente entre la Corona de España e Italia, y que dio lugar a todo un flujo de escultores y obras, genoveses unos, napolitanos otros, diseminadas por Murcia y las tierras gaditanas. Estos orígenes marcarían profundísimamente el estilo de Francisco Salzillo, siempre enraizado en el gusto popular, pero jamás alejado del nivel más alto de calidad artística.

La obra de Salzillo mantiene la tradición de la imaginería barroca en madera policromada, pero con matices nuevos aportados por la sensibilidad rococó (gusto ornamental, policromías cálidas) y abiertos a las nuevas directrices estéticas del Neoclasicismo. Sus pasos procesionales están concebidos para ser vistos en la calle, desde múltiples perspectivas y bajo el sol murciano, que, lejos de mermarles dramatismo religioso, acerca mucho más las imágenes al pueblo, porque es capaz de bañar por igual a los actores (los personajes sagrados) y a los espectadores (el gentío arracimado en las calles) de esa puesta en escena esencialmente barroca que es un cortejo procesional, sobre todo de Semana Santa.

La Virgen de las Angustias de los servitas representa una de las cimas en la producción de Salzillo. Es un grupo que se inspira en obras pictóricas y sigue la iconografía tradicional del tema de la Piedad, tan recurrente desde su configuración en la Edad Media. Destaca el contraste de la figura de Cristo (paz, serenidad ante la muerte) con la de su Madre, deshecha en un llanto incapaz de contenerse (como si comparásemos el curso alto de un río, impetuoso y torrencial, con su desembocadura en el mar, totalmente apacible). Y, completando la composición con alguna otra nota de dramatismo, unos angelitos cien por cien salzillescos. Este grupo forma parte de una serie de cinco que repiten el mismo tema, con leves variantes, de los que se conservan cuatro: el de Murcia, otro en Yecla, un tercero en la localidad alicantina de Dolores, y el último en la propia ciudad de Alicante. El quinto, una obra maravillosa que presidía la iglesia de San Mateo de Lorca, fue volado con dinamita en 1936 a instancias de un grupo de revolucionarios llegados desde Molins de Rei.

En fin, dedico esta actualización a mi buen amigo Miguel Palacio, y le agradezco su insistencia. Las fotos, tomadas de Internet, son de Poncio Emiliano.

Un abrazo.