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Que insaciable es el PODER DEL MIEDO, que perversidad tan atroz la de los que hacen del dolor y de la miseria su inversion mas rentable.
Y de nuevo Palestina, y de nuevo el horror. Es insufrible escuchar argumentos, siempre vergonzantes, siempre llenos de mala conciencia, aboslutamente ambiguos hasta la nausea.
Si miramos lo que sucede no hay nadie, humano, dolorosamente humano, que pueda vivir ajeno a tanta injusticia, a tanta masacre, a tantas falacias ensangrentadas.
Quinientos, mil muertos por uno, y este uno asesinado por el llamado fuego amigo. Un pueblo sometido a un cerco, a una humiullacion inacabable, donde las vueltas de tuerca de la ignominia nos sorprenden una y otra vez, al mismo tiempo que nos insensibilizan, saturando los sentidos que garantizan lo poco que de humanos hemos conquistado despues de siglos de haber inventado la humanidad como ideal con el cual identificarnos como proyecto en el tiempo.
Lo cierto es que todo esto debe obedecer a una estrategia. A una logica aterradora: Mantener un monocultivo de rabia e impotencia como semilla de lo que en este momento se denomina Terrorismo, concepto absolutamente vaciado de significado preciso, a no ser el que, a traves de sus consecuencias, se nos presenta con total y sordida nitidez: Una accion desesperada de individuos organizados espresamente para responder violentamente a la humillacion, miseria y muerte que un sistema de cosas espande sin limites.
Pero cuyos efectos y consecuencias son administras, gestionadas y usufructuadas por el Aparato represivo, suma cualitativa de todos los Estados, Golbalizada gestion de la que todos los paises sacan partido, mientras los ciudadanos y pueblos de este Mundo se ven sometidos al silencio y a a dar su consentimiento a estos procesos de pauperizacion y represion, de control, vigilancia y represion sin limites. Sin remedio, O CIUDADANO AMORDAZADO O FALLIDO INDIVIDUO, CRIMINAL A DESTRUIR.
Pobre Palestina, pobre el Hombre, pobres, pobres...
LOS HERALDOS
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!
Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!