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José Bonaparte mandó construir un túnel que ha estado oculto durante dos siglos con la intención de unir el Palacio Real con la Casa de Campo. Una infraestructura por la que poder escapar cuando su vida corriera peligro. Este miedo hizo su aparición a medida que avanzaba la guerra, cuando se fue percatando de que la victoria no iba a ser tan fácil como el emperador había augurado antes de comenzar la invasión. «Será un juego de niños. Esa gente no sabe lo que es un ejército francés, créanme, será rápido», les prometió a sus generales en 1807. El pasadizo secreto por el que el hermano de Napoleón pensaba huir fue terminado en 1811 y abandonado. Se encuentra en una de las vistas más emblemáticas del Palacio Real, en el llamado Campo del Moro. Hasta hace no mucho, los turistas pasaban cerca de él sin percatarse ni darse cuenta de su valor histórico, cuando entraban en los jardines por el paseo de la Virgen del Puerto. A veces, incluso, se paraban en el lugar para tomar fotografías de la fachada oeste del edificio, sin darse cuenta de que, a sus espaldas, había una puerta blanca, acristalada y de escaso valor histórico que daba paso al desconocido Túnel de Bonaparte.El Túnel de Bonaparte, como se conoce, sigue cerrado al público y la mayoría de los madrileños todavía hoy desconocen su existencia.
(Isabel Viana)
Pues si los propios madrileños desconocen su existencia con mayor motivo los foráneos. Pero no es el único que existe bajo la capital y parece que hay una auténtica ciudad paralela subterránea. En muchos casos sirvieron de refugio cuando los bombardeos de la guerra civil. Hay algunos que parten del Congreso y del Senado para el que necesitar huir en tiempos pero el del hermano de Napoleón se lleva la palma ya que a través de él se dio a la fuga sin que nadie le viera. Como una rata que busca una salida por las alcantarillas. Se fue de manera mucho más clandestina y humillante de la que cabría esperar, aunque no por ello inesperada para 'Su Majestad Intrusa' o el 'Rey Postizo', como denominaban los españoles al monarca invasor. O el 'Emperador de las Tinajas' o 'Pepe Botella', dada su afición a nuestro vino. Y se llevó con él todo lo que pudo de riquezas y obras de arte. Lo que no nos extraña viniendo de su progenie.
De todas formas, un túnel ya sea secreto o no es todo un agobio, a mí me dan pavor, todo lo que se pueda hacer al aire libre, entre los árboles en plena naturaleza, mejor que mejor. A no ser que se tenga algo que ocultar...
Besos.
Por más que asociemos la madurez con estabilidad y sabiduría, la ciencia parece tener una lectura más compleja del viaje emocional humano. Investigaciones recientes sostienen que existe un momento preciso en el que la felicidad alcanza su nivel más bajo. Esta conclusión, extraída de análisis longitudinales y encuestas en distintos países, desafía nuestras intuiciones sobre cómo evoluciona el bienestar con la edad. Se ha identificado una “curva de la felicidad” en forma de U. Según este modelo, la satisfacción vital comienza a declinar gradualmente desde la adolescencia hasta tocar fondo cerca de los 47 años, para luego volver a elevarse en la vejez. Este patrón no es anecdótico ni exclusivo de una región. Aunque pueden existir variaciones individuales o contextuales, el promedio general revela una coincidencia llamativa. La mediana edad es, en muchos sentidos, una etapa de alta exigencia. A menudo coincide con el pico de responsabilidades laborales, compromisos familiares y el inevitable choque entre las aspiraciones no cumplidas y la realidad actual. A esto se suma una creciente conciencia del paso del tiempo y, en algunos casos, la aparición de crisis de identidad o replanteamientos vitales.
Lejos de ser una sentencia pesimista, los estudios también aportan un mensaje esperanzador. A partir de los 50 años, el bienestar comienza a mejorar paulatinamente. Según los datos, muchas personas mayores reportan niveles de satisfacción más altos que en cualquier otro momento de su vida. Esta recuperación emocional puede atribuirse a múltiples factores: una mayor aceptación de las circunstancias, prioridades más claras, menos presión social y una visión más serena del futuro. Además, la inteligencia emocional tiende a fortalecerse con la edad, lo que permite afrontar los desafíos con una actitud más resiliente. En otras palabras, aunque la curva descendente sea inevitable para muchos, también lo es el ascenso posterior.
(David Cavero)
Me han parecido interesantes y curiosas estas líneas acerca de los distintos niveles de felicidad con el paso de los años. Y si se analiza tiene mucho sentido el razonamiento que plantean. Esa forma de U que marca el nivel más bajo sobre los 50 años, 47 exactamente , y que a partir de esa edad se remonta y todo se mejora es determinante. Si pensamos en ello, es cierto que esa etapa de la vida, la que corresponde a lo que llamamos mediana edad, es de lo más complicada. Hasta entonces muchos se están asegurando su vida profesional, los hijos están en una edad difícil porque aún no están instalados y asistimos a la vejez y el deterioro de nuestros padres. A partir de ahí, por un cambio de intereses, de circunstancias, las prioridades son otras y se disfruta más de las cosas, de la pareja, de la estabilidad profesional y económica y no digamos nada con la llegada de los nietos ya más adelante. El hacerse mayor, con las desventajas que trae, se compensa con estas satisfacciones.
La felicidad en la madurez se define a menudo como una reconciliación con uno mismo, paz interior y un mayor sentido de la vida. Implica aceptar el paso del tiempo, valorar lo que importa y encontrar la tranquilidad en medio de los cambios. No estaría mal recordar, los que hayamos pasado ya los famosos 47 años, que ocurría en nuestras vidas entonces. Quizá estaríamos viendo pasar la existencia en lugares tan hermosos como la Plaza de España de Sevilla, que sigue estando igual, a diferencia de nosotros.
Besos.
Fue Pablo Neruda quien dijo aquello de “Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera” sin saber que, años más tarde, se convertiría en una de las frases más populares a nivel mundial, con la que decorar camisetas, cuadros, libretas, carteles y cualquier cosa susceptible de llevar una frase estampada encima.Las flores tienen su lenguaje propio que es toda una tradición. La costumbre de expresar pensamientos y sentimientos por medio de las flores procede de Oriente. Pero esta tradición se ha ido perdiendo en los tiempos modernos y sólo nos quedan ciertas formas que nos hacen compañía en los momentos más importantes de nuestra vida: la rosa para la persona amada, el ramo de azahar para la novia.
(Biblioteca Cervantes)
La foto que os pongo hoy no admite casçi comentarios y responde a la eclosión de las flores en los parques y jardines tras la época tan dilatada de lluvias y la llegada repentina del sol y del calor. El refrán lo anuncia: A abril con sus chaparrones, sigue mayo con sus flores. Y que da la razón a la frase de Neruda de que nunca se podrá detener la primavera. En este año su llegada ha sido tardía pero nos ha regalado imágenes como ésta del Huerto de Calixto y Melibea en Salamanca . Flores amarillas en primer término y al fondo, como encuadradas en un marco, las hermosas y delicadas rosas.
Como bien sabemos, cada flor y color tiene un significado específico, y al combinar diversas especies, se puede expresar un mensaje complejo o una emoción particular. Y verlas todas juntas es un regalo para la vista y el olfato.
Besos.
Cada vez más expertos en salud mental y bienestar coinciden en algo esencial: no se trata de grandes cambios, sino de pequeños gestos diarios. Incorporar rutinas simples pero efectivas puede marcar una gran diferencia en cómo nos sentimos a lo largo del día. Desde planificar nuestras mañanas hasta aprender a delegar, estas acciones ayudan a reducir el estrés, mejorar el enfoque y, en última instancia, a sentirnos más satisfechos con nuestra vida. Preparar la ropa del día siguiente, dejar lista la bolsa del gimnasio o incluso anotar tus tareas pendientes antes de dormir puede parecer un detalle sin importancia. Sin embargo, estos gestos reducen la carga mental al despertar y evitan decisiones innecesarias a primera hora, permitiendo comenzar el día con más calma y claridad. El perfeccionismo y la idea de “puedo con todo” suelen ser trampas que aumentan el agotamiento. Delegar tareas cotidianas, ya sea pedir ayuda o compartir responsabilidades laborales, no es señal de debilidad, sino de inteligencia emocional. Implicar a otros no solo aligera tu carga, también fortalece vínculos y reduce la sensación de estar solo ante todo. Automatizar lo repetitivo es otra estrategia útil. Crear plantillas de correos, compartir calendarios familiares o grabar tutoriales si explicas lo mismo a menudo son solo algunas formas de ahorrar tiempo y reducir el agotamiento mental. Cuantas más decisiones puedas quitarte de encima, más espacio tendrás para lo realmente importante.
(A, C. y V.)
La rutina viene a ser una costumbre o un hábito que se adquiere al repetir una misma tarea muchas veces. También es la práctica de realizar actividades regularmente en un orden fijo. Esto implica una práctica que, con el tiempo, se desarrolla sin necesidad de utilizar el razonamiento. El "automatismo" sería un proceso o acción que se realiza de manera automática, sin intervención consciente o deliberada y eso es lo que diferencia ambos términos.
Los humanos solemos aparecer como seres de costumbres. Todos tenemos nuestras rutinas diarias, hacemos las mismas cosas y por el mismo orden en cualquier faceta de nuestra vida. Sin hablar ya del trabajo, en la misma vida cotidiana, si repasáramos nuestra actividad podemos comprobarlo en la mayor parte de los casos. Y como dice el texto, planificar nuestras actividades de un día para otro, nos ayuda a economizar tiempo, lo que contribuye al bienestar físico y mental. Pero esto, tiene también su parte negativa ya que contribuye a los automatismos, lo que nos conduce a realizar las cosas cotidianas de manera inconsciente, algo que suele ocurrir. Apagar la luz, cortar la cocina, guardar las llaves a veces son acciones inconscientes lo que a veces nos confunde y no estamos seguros de haberlo hecho en realidad. Siempre puede haber un escollo en la superficie más tranquila como en esta foto, cortesía de Maite. Como siempre, el término medio.
Besos.
Mi gran descubrimiento al cumplir los sesenta es que acuso de manera cada vez más aguda los destrozos que la modernidad ha provocado sobre la belleza y sobre las formas simples de elegancia de antaño. Cruzando un semáforo en el centro de Madrid, veo venir –y perdonen la grave incorrección política– a una mujer joven de una belleza que deslumbra. Pero en sus brazos y sus piernas resaltan unos tatuajes horrorosos, feístas, como si se los hubiesen pintado a mala leche con un rotulador negro. ¿Cuál es su sentido? ¿Autolesionarse? En un restaurante bonito, en la mesa de enfrente tenemos a un tío cuarentañero zampando con la gorra de béisbol bien calada. Toda su nuca la ocupa un tatuaje enorme donde pone «BOY». Los puretones vestimos todos ahora con zapatillas deportivas, cuando a determinadas edades te quedan más mal que bien. El labio superior tipo pato, inflado por el bótox, es ya la seña distintiva de muchas chicas que arruinan así su expresión. Los gañanes y gañanas que deambulan con gafas de sol por espacios interiores oscuros aumentan en progresión geométrica. La arandela en la nariz, antaño reservada a los osos de las ferias, ha llegado a los humanos. Los pantalones caen a la altura de la media cacha para mostrarnos los logos de la ropa interior. Se añora la belleza y la armonía del mundo de ayer. Un día quedará atrás la epidemia del tatuaje, la chancleta, el reguetón y el rap, los edificios tipo caja de zapatos, el arte jeta con quincalla tirada por los suelos de museos snob, los curas en chándal, los reyes en pantalón corto y los presidentes con gorra de béisbol y corbata. Todo se cura, incluso la chabacanería del tiempo presente.
(Luis Ventoso)
Traigo hoy aqui un fragmento de este artículo con el que podemos estar muchos de acuerdo, sobre todos los de una cierta edad. Siendo muy respetuosa con aquellas personas a las que se critica aquí, reconozco que Luis tiene razón en muchas cosas. Y es que está perdiendo la elegancia a la hora de vestir y de comportarse y hay una cierta añoranza al respecto. Lo de los tatuajes (insisto en mi respeto por quienes los llevan) cambian para siempre el cuerpo de quienes los lucen, especialment en las chicas y ahora que acaba de instalarse el calor, el hecho de aligerarse de ropa dejan al descubierto brazos y piernas, e incluso torsos donde la piel natural queda escondida. Al ser jóvenes se puede justificar algo pero me pongo en el caso de esa chica del semáforo cuando tenga más de sesenta años y todo se vaya arrugando y cayendo por ley natural. Lo del aro en la nariz tiene mejor solución.
Es como un culto al feísmo, un dejar de lado a la belleza de lo que ya será muy difícil salir. Cuando la belleza de manera natural y sencilla se nos muestra como esa simple florecilla sostenida entre las manos. ¿Añoras algo de este tipo?
Besos.
corremundosAyer a las 23:27
eliocroca2Ayer a las 22:12
Joaki-007Ayer a las 19:13
angela.7001/06/2025
larocuky31/05/2025