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Uno de los gestos más estudiados es entornar los ojos mientras hablamos. Puede parecerte una expresión básica o que simplemente eres miope, pero debes tener mucho cuidado porque es de los más malinterpretados. Según el contexto, puede ser una muestra de concentración, pero también de disconformidad, incomodidad e incluso de desafío. Por ello, es muy importante saber cómo distinguir cada situación. Puede que creas que entornar ligeramente los ojos mientras hablas sea un gesto casi imperceptible, pero está cargado de significado. Sobre todo si lo haces con otras expresiones faciales como apretar los labios o fruncir el ceño. Debes tener en cuenta que es un gesto automático y, casi siempre, inconsciente, por lo que los psicólogos coinciden en que puede ser un reflejo de tu personalidad y transmitir emociones muy concretas.
En líneas generales, la psicología está de acuerdo en que entrecerrar los ojos mientras hablamos es una reacción emocional de desconfianza, duda, incomodidad o de que estamos evaluando negativamente a alguien. Es decir, cuando una persona entorna los ojos mientras habla o escucha a su interlocutor, lo más probable es que esté haciendo un esfuerzo extra por procesar la información con cierto escepticismo o tratando de entender algo que se le escapa. Además, entornar los ojos también es una señal de esfuerzo mental o concentración. Hay quienes lo hacen involuntariamente cuando intentan recordar datos o pensar una respuesta. Por ello, la psicología siempre destaca la importancia de fijarse en el contexto completo y no sólo en un gesto aislado. Fíjate en el lenguaje corporal como los movimientos de las manos, la postura, el tono de voz, etc. Sólo así podrás tener una imagen realista de la situación.
(Manuel Morera)
Hay que ver lo importante que es lo que llamamos lenguaje no verbal, el de los gestos, sobre todo aquellos que no hacemos intencionadamente si es que no están ensayados previamente con una cierta intención. Bajar la mirada, cruzar los brazos, tocarse el pelo o o entrelazar los dedos pueden dar mucha información de una persona y de sus inseguridades. Y lo mismo al revés, una mirad altiva, una sonrisa despectiva pueden demostrar el carácter de alguien que se cree superior y añade una cierta dosis de soberbia.
Lo de entornar los ojos, si dejamos a un lado lo de la miopía (mi caso) que es algo que funciona más con una distancia mayor que la de que se tiene al hablar con alguien, parece indicar, según los psicólogos, concentración o disconformidad o que se intenta procesar la información que no se intuye como clara. También, y en eso estoy de acuerdo , se puede adoptar ese gesto involuntario cuando se quiere recordar algo o mientras se piensa en la respuesta adecuada. Quizá perplejidad al encontrate con este puesto de naranjas colocadas tan artísticamente en una carretera. La foto es cortesía de Rosa.
Besos.
La frase "¡Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor!" es un dicho popular que destaca la importancia de un líder justo y capaz para que los vasallos puedan cumplir su papel de forma óptima. La frase implica que la lealtad y el rendimiento de un vasallo dependen en gran medida de la figura de su señor.
La literatura medieval castellana del S. XI cuenta con un texto muy representativo de la época, El Cantar del Mío Cid, en él se elogian las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, personaje valeroso que luchó, en tiempos de la reconquista, para el rey Alfonso VI de Castilla, a la vez que combatía, también, al lado de los reyes moros, según conveniencia. Estos, los moros, reconociéndole su valor y sus méritos le llamaban Sidi, en árabe, que en castellano sería, Cid, «mi señor». El narrador del poema épico, que contiene más de mil trescientos versos, fue Abu I- Walid al Waqqashi, historiador, sabio y tolerante con otras religiones, elogió la nobleza y la valentía de Rodrigo Díaz de Vivar y lamentó que su rey, Alfonso, no fuese digno de tan excelente vasallo. «¡Qué buen vasallo si tuviera buen señor!», dice Al Waqqashi .
Visto lo que ha ocurrido el 28 de abril, vista la actuación del Gobierno y visto el cívico comportamiento de los ciudadanos cabría añadir parodiando al Waqqashi en El Cantar del Mío Cid, ¡qué buenos ciudadanos si tuvieran buenos políticos!
(Jose F. Conrado)
Este verso sacado del "Cantar del Mío Cid" puede venir muy bien a cuento, como dice el autor de este artículo, con el último episodio del apagón e incluso se pùede aplicar a la tragedia de la Dana. El contraste de la admirable actuación desinteresada de la gente anónima, unos ciudadados ejemplares, ayudándose los unos a los otros y la mala gestión de los políticos que echan balones fuera y no son capaces de asumir ninguna responsabilidad. Ojo, que ser responsable no es lo mismo que ser culpable, pero eso no querrán nunca reconocerlo.
En el caso del Cid, como dice la historia, a pesar de su lealtad, fue desterrado por su Rey. Tiempo después, Mio Cid de Vivar, se ha ido haciendo rico porque ha conquistado diferentes lugares, procurando siempre enviar al rey una parte de las ganancias de cada conquista. Así ha estado hasta llegar a Valencia, donde lucha contra el rey de esas tierras, siendo ésta la mayor de sus conquistas. Al recibir el rey Alfonso VI la noticia y las riquezas de la batalla de Valencia, comprende que Ruy Díaz siempre le había sido fiel y por esto le otorga su perdón. El vasallo quedó por encima de su señor. Su imagen no puede ser más majestuosa como se puede ver en esta estatua que de él hay en Burgos. La foto ya la puse hace unos cuantos años pero con vuestro permiso la repito.
Besos,
Hablando de personalidad y carácter, seguro que se te viene a la cabeza una persona que se enfade con algo mínimo y por el contrario, a alguien que le cueste una vida mostrarse enfadado a los demás. En un primer momento, este tipo de personas pueden parecer tranquilas, calmadas, pacientes y equilibradas . Sin embargo, la psicología tiende a etiquetarlas como todo lo contrario, una persona que nunca se enfada da señales de evasión, camuflando sus emociones más fuertes. A largo plazo, el sentimiento de ira, rabia, furia y sobre todo enfado, pueden tener un efecto rebote con consecuencias negativas para el bienestar mental y las relaciones personales. Mantenerse en equilibrio sin perder los nervios, puede nacer a raíz de vivencias pasadas de rechazo, como situaciones familiares autoritarias o entornos donde se les hacía difícil expresar sus sentimientos para no ser juzgados.
La evitación del conflicto impide el desarrollo de habilidades fundamentales para la vida adulta, como la resolución de problemas y el establecimiento de límites. Las relaciones con los demás pueden volverse superficiales o tensas, ya que la falta de expresión auténtica genera malentendidos, distanciamiento emocional e incluso resentimiento. En este sentido, no enfadarse nunca no es sinónimo de equilibrio emocional, sino más bien de una desconexión con las propias necesidades y emociones. En realidad, el enfado es una emoción humana natural que, cuando se gestiona adecuadamente, permite defender nuestros derechos, señalar límites y proteger nuestra integridad.
(Carla Abadía)
Todos conocemoas a alguien que es capaz de no enfadarse, de no perder los nervios en situaciones en qotros ya los habríamos perdido hace tiempo. Y también a gente que es colérica y que resulta tan airado por lo que podemos considrear tonterías que incluso da miedo.Hay quien se mete constantemente en líos porque está aburrido con su vida o le va la marcha.
Como dice el texto podemos pensar que la mejor postura es la primera porque demuestra equilibrio emocional y templanza y que es lo mejor para su cuerpo y alma. Son personas que huyen del conflicto, que no quieren líos pero eso no quiere decir que por control mental, no "se traguen " esas reacciones, lo que puede resultar contraproducente para su bienestar mental e incluso para su vida social pues se diría que quiere mantenerse al margen de todo y tampoco es eso. Como siempre decimos, en el término medio está la virtud: ni callarte con las afrentas, pues te considerarán una persona débil ni dar la imagen de colérico muy airado, porque lo que piensen los demás de esta actitud, nos acompañará para siempre. Y si te enfadas, ya se sabe que después de la tempestad llega la calma, como tras una tormenta a veces acaba saliendo el arco iris.
Besos.
El síntoma del triunfo reside en la fortaleza interna, pues al fin y al cabo todo comienza desde el sentimiento propio para llegar a alcanzar los objetivos que cada uno se propone. En este sentido, la búsqueda de la felicidad repercute sobre los dos ámbitos, el interno y el externo, pero, como todo, empieza en el primero para llegar al segundo. Es fundamental por tanto controlar estos dos términos que ofrece Marian Rojas pues son las piedras que aparecen en el camino y que imposibilitan la llegada a las metas imaginadas."Las dos únicas cosas que en esta vida dan felicidad, o lo más parecido a la felicidad, que podemos encontrar en este mundo tienen que ver con el amor y con el trabajo", explica la profesional. Al mismo tiempo, estos dos conceptos guardan relación con el estrés y el aburrimiento, ya que, no dejan de ser consecuencias directas de los dos campos mostrados. Lo que quiere decir que una vez que el individuo logra sobreponerse ante estas adversidades entrará en la cadena que posibilita la felicidad. No obstante, el procedimiento suele encontrar otro impedimento incontrolable."Ni el amor ni el trabajo son cosas inmediatas, de gratificación instantánea, sino que requieren esfuerzo, constancia, voluntad, cariño, dedicación, es decir, tiempo", sentencia. Por lo que, este gran ente incontrolable como es el tiempo es, ciertamente, imposible de gobernar pero hay que aprender a convivir con él. "Si nosotros queremos ser eso que llamamos felices en esta Tierra tenemos que aprender a posponer la recompensa", asegura. Es por eso que la espera, la paciencia en pocas palabras, es la base de todo lo mentado.
(Pablo Martín)
Ojalá tuviéramos a nuestro alcance elsecreto de la felicidad, algo tan abstracto y teórico que escapa a nuestro entendimiento. La Feliciidad como tal, con mayúscula, no existe, solo se trata de momentos felices que pueden llegar a nuestra vida y hacernos dichosos. Partiendo de la base de que lo primero es la salud, el amor y el trabajo, según nos dice Rojas esto es lo que más satisfacciones nos puede dar pero a veces se escapa de nuestras manos. Si tenemos la suerte de combinar ambas situaciones todo nos irá bien. Pero surge el problema del tiempo. No siempre coinciden y ese desquilibrio echa todo a perder. Para la psiquiatra todo es cuestión de tiempo y de paciencia para conseguir esa fusión. Carecemos de paciencia, todo lo queremos enseguida y que recompensa llegue ya. Es algo que debemos intentar controlar. Ya lo dijo Confucio: "Quien pretenda una felicidad y sabiduría constante, deberá acomodarse a los caminos". Ya se sabe que la paciencia y el tiempo hacen más que la fuerza o la pasión.
Paciencia para ver crecer una planta como la de la foto es lo que nos recompensará ala verla así.
Besos.
El apagón del Lunes de Aguas nos indica que seguimos siendo frágiles y vulnerables. Y a partir de ahora, aún más desconfiados. Porque si la dana puede repetirse y nadie pone remedio para minimizar sus efectos en el futuro, uno se pregunta si, en paralelo, la profecía del presidente del Gobierno («no habrá apagones, ni faltarán bombonas de butano») no se la llevará el viento (de las eólicas). Cualquiera se fía a estas alturas de la palabra de quienes debieran proteger los intereses de los ciudadanos. Lo único cierto es que el famoso cero absoluto del otro día nos pilló de nuevas, a bragas enjutas, sin velas, ni linternas, sin pilas ni transistores que llevarnos en bandolera, como cuando los pastores subían antaño --el «arradio» terciado junto al zurrón-- con sus ovejas a las majadas y el transistor como única compañía.
En Nueva York fue un rayo el que desencadenó el corte del suministro eléctrico en cadena. Aquí no nos han explicado debidamente las causas. Tal vez el rayo que no cesa de la inoperancia generalizada, la inepcia de unos responsables enchufados a sí mismos o la mala baba del destino que quiere poner a prueba a sus víctimas. Si hubiera sido un ciberataque, posibilidad en la que en un principio todo el mundo pensó, habría que pedirle explicaciones a Israel o a Rusia. No es el caso. Sin embargo, ya empezamos a aproximarnos a Cuba y Venezuela en esto de los apagones. Bienvenidos al bananeo caribeño.
Y ahora, este desaguisado ¿quién lo paga? Como las eléctricas (Iberdrola y demás operadores) no le enseñen los colmillos al Gobierno, se van a cargar con el mochuelo de este apagón y los que vengan. Entretanto, ajena a la polémica de las fuentes energéticas, la central hidroeléctrica de mi pueblo lleva años parada mientras el agua, que durante casi ocho décadas movió sus turbinas, discurre libre río abajo. A alguien le faltan luces.
(Román Álvarez)
Cuando alguien tiene pocas luces significa que no es muy listo, que no se da cuenta de las cosas que pasan a su alrededor, que no es precisamente un «iluminado». Probablemente este concepto de calificación de las personas provenga de ser el contrario de ser una persona brillante, que deslumbra por su inteligencia. Y claro, si es todo lo contrario, pues eso, que se dice que esa persona tiene pocas luces.
Sin luces y todo lo que de ellas se deriva nos quedamos hará mañana justo una semana pero el tema colea y coleará por tiempo indefinido si no se nos dan las explicaciones oportunas. Por eso traigo hoy por aquí, casi en su totalidad, el artículo dominical de mi amigo Román con el que estoy totalmente de acuerdo. Y sobre todo, el tema de quién paga los desperfectos, el desaguisado como dice el texto. Esa va a ser la clave de todo. A alguien se lo van a colgar, seguro. Por lo pronto, hagamos acopio de lo que no teníamos en casa por si las moscas. Una mirada por el retrovisor hacia un castillo medieval. La foto es un lugar de Francia, en Aveyron y me la mandó mi amiga Marie.
Besos.
Joaki-007Hace 33 minutos
eliocroca210/05/2025
corremundos10/05/2025
larocuky09/05/2025
angela.7008/05/2025