AMANECER EN LA CIUDAD

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.Trato de escribir que te amo. Trato de decir a oscuras todo esto. No quiero que nadie se entere, que nadie me mire a las tres de la mañana paseando de un lado a otro de la estancia, loco, lleno de ti, enamorado. Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote. Digo tu nombre con todo el silencio de la noche, lo grita mi corazón amordazado. Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

(Jaime Sabines : Tu nombre)

El momento del amanecer es algo ambiguo, inalcanzable e imprevisible porque no se puede programar, como se hace con el despertador, a una hora determinada. Cada día es a una hora y en estos momentos va amaneciendo bastante tarde aunque en breve por arte del cambio horario será diferente. Cada día que amanece es una bendición y conlleva toda una sorpresa de cómo se va a desarrollar la nueva jornada. El sol, la luz, aportan alegría y rompen el desasosiego que a veces genera la noche. Es el caso de esta prosa poética del gran Jaime Sabines, donde la llegada del día aporta la certeza de ese amor medio escondido en la noche.

Como este amanecer en la ciudad, un sábado fresco de otoño, pero presentando un día luminoso sobre la ciudad que empieza a desperezarse, envuelta en sí misma y aislada del exterior. Ni entrar ni salir se puede...

Besos.