DIA MUNDIAL DE LA RADIO

Hoy se conmemora el Día Mundial de la Radio. Así lo instituyó la UNESCO en un loable intento por celebrar el nacimiento de uno de los mayores adelantos en el terrero de la comunicación, la información y el entretenimiento. Además, en el caso de España coincide con un aniversario especial: el centenario de sus primeras emisiones. Se calcula que hay unos trece millones de oyentes, escuchantes o radioescuchas cada día. Son gentes que dedican un tiempo a seguir las noticias, las tertulias y la publicidad a través de una extensa red de cadenas radiofónicas, generalistas unas y especializadas otras.

Yo mismo soy un fiel seguidor de la radio. Lo soy desde la infancia en un pueblo perdido entre montañas donde las miserérrimas bombillas alumbraban lo justo para leer no sin cierta dificultad. Tan solo las casas más pudientes disponían de un «arradio» ante cuyo altar en las noches de invierno los hombres reunidos en habituales filandones hacían callar a la chiquillería para escuchar «el parte» a las diez de la noche. El misterio de la radio siempre me ha cautivado. En la adolescencia me encandilaban los programas del tipo «Ustedes son formidables», «Amores decisivos» y «Matilde, Perico y Periquín», entre otros. Transcurrieron los años y sigo teniendo el clásico transistor en mi mesilla de noche. Con él me acuesto y con él me levanto. De este modo, desde bien temprano, entro en contacto con el mundo girando el dial de una emisora a otra, tal como vienen secuenciadas en la FM del «viejuno» artefacto: ES Radio, RNE, COPE, Onda Cero y Cadena Ser. Con ese variado «remix» y oyendo «entre líneas», me hago una idea de lo que sucede. Como dice Manuel Ventero, que fue director de RNE, los verdaderos ojos de la radio están en la imaginación, única capaz de escudriñar sus insondables misterios. Un siglo de radio, pues, en España a pesar de los fatídicos augurios. Que siga viva.

(Román Álvarez)

Yo, al igual que Román, soy una gran aficionada a la radio. Me encanta, la escucho siempre que por la mañana estoy en casa. Me entretiene, me informa y además permite que estés haciendo otra cosa a la vez sin estar pendiente de una imagen. Ya antes de levantarme la escucho y me voy poniendo al día de lo que va a ocurrir esa mañana. Lo que yo no hago, y comprendo que debería ser lo más correcto, es pasar de una emisora a otra para tener así distintos puntos de vista. La tengo fijada pero eso no impide que si quiero evitar los deportes, eso por la noche, pueda sintonizar otra cadena.

La radio tiene muchas ventajas: Es un medio de gran alcance. Estimula la imaginación. Nos hace reflexionar. Tiene bajo costo en su producción. Es más fácil obtener una radio. que una televisión. Se puede escuchar por Internet.  Esto último ha puesto de moda también los llamados postcads que nos permiten escuchar las distintas secciones en cualquier momento. Pero sobre todo, una de las cosas que más admiro de la radio es la inmediatez para enterarte de las últimas noticias, casi a la vez que suceden. Y otra ventaja, que ya se me olvidaba, es la capacidad que tiene de amodorrarte si por lo que sea no se coge el sueño enseguida. La radio engancha y mucho. Y a pesar de lo que dijeron en su momento algunos agoreros, está más viva que nunca. Larga vida a la radio.

Si Julio César hubiera tenido a mano la radio, todos se hubieran enterado enseguida de sus proezas, como la de la fundación de la ciudad de Sevilla. Ahí lo tenemos en lo alto de una de las columnas de la Alameda de Hércules.

Besos.