EL ESPEJO

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

(Jorge Luis Borges)

Creo que ya os he dado bastantes días la paliza con cosas de Ciudad Rodrigo. Ahora pondré fotos que tengo, ya sin un edificio o construcción en concreto pero siempre diciendo de qué se trata. En este caso es un espejo antiguo que está en la Catedral a la subida al museo diocesano. Es muy barroco y yo vislumbro como animales en los bordes dorados del marco pero que no soy capaz de identificar. No veo ningún Drac pero seguro que Joaquín si lo hubiera lo iba a cazar al vuelo.

Un mundo mágico el de los espejos como nos deja dicho el gran poeta Borges en este fragmento de uno de sus poemas. Durante años le tuvo miedo a los espejos, cuando para muchos mortales el miedo al espejo es cuando se es mayor y se enfrenta uno a su veredicto. Lo que dice en los cuatro últimos versos es muy significativo. Si hay un espejo no se está solo, se está estableciendo una relación con uno mismo. Pero como dijo  Kierkegaard  : "No hay posibilidad de verse a si mismo en un espejo, sin conocerse ya, pues sino no es verse, sino ver sólo a alguien".

Besos.