var isMobileBrowser=false;
Señalaba Abraham Lincoln que casi todas las personas pueden soportar la adversidad, pero si quieres conocer el verdadero carácter de alguien, dale poder. Descargando esta advertencia de peso retórico en correspondencia con la austeridad que aporta el castellano, la cosa quedaría así: “Si quieres conocer a Pepillo, dale un carguillo”.
Los lectores más atentos habrán observado que el ‘Pepillo’ de esta frase se cambia a menudo por otros hipocorísticos (Juanillo, Luisillo, etc.). Eso, mientras se mantenga la rima Pepillo-carguillo, carece de importancia, desde luego. Más temerario por mi parte ha sido atribuir al castellano la templanza estilística del dicho. En primer lugar, porque la persona a quien yo oí por primera vez lo de Pepillo y el carguillo fue mi maestro, don Eugenio de Bustos Tovar, que se había criado en Almería. En segundo lugar, porque afirmar del castellano que es austero (o que deja de serlo) es una tontería. Austeros serán en todo caso, y no siempre, algunos de sus hablantes en algunas situaciones especiales. Eso sí, calificar de ‘austero’ a un pueblo tiene efectos sorprendentes.
(Emilio Prieto)
Una muy buena amiga que tuve y que falleció la pobre muy joven solía decir que a los buenos amigos se los reconoce en los momentos de éxito y no como se suele decir cuando te van mal las cosas. Añadía que para darte un pésame y compadecerse de tu mala fortuna cualquiera vale pero en cambio cuando todo te va bien, triunfas en el amor, en el trabajo y tienes salud, los que de verdad se alegran y lo comparten contigo, esos son los buenos amigos, los sinceros. Con el tiempo comprendí que tenía razón.
Pues este razonamiento se puede aplicar a lo la riqueza, la pobreza, la adversidad y la bonanza social. El refranero siempre tan sabio lo dice, el carguillo, el poder, es el que retrata a la gente. El que es soberbio lo será aún más, el arrogante, en grado superlativo, el mezquino crecerá y el vengativo igual. Diréis que pocas cosas positivas digo, pero así lo entiendo yo. Hubo un político que decía que el poder corrompe, pero que el poder absoluto corrompe absolutamente.
Y de la austeridad de los castellanos, según y cómo ... como de la lengua castellana. No siempre es así. Las cosas como son pero a veces no tanto. De austera no tiene nada la Clerecía, el edificio apabullante de los jesuitas en Salamanca, con sus torres asomando.
Besos.
¿Qué tendrán los carguillos (o los cargazos), que obnubilan a todo hijo de vecino? En el fondo, a mí me gustaría sentir (aunque fuera sólo durante un minuto) esa erótica del poder de la que nadie parece librarse. El poder..., ¿qué es y para qué sirve? Quizá para disimular una vida gris, auténtica, con la ficción de púrpuras imperiales. ¡Qué pena!
Buenas noches .
Siempre he pensado que el poder es algo que no seria para mi .Y no lo digo porque no he ejercido el poder en mi trabajo ,y me refiero al poder total claro.
El poder al final corrompe porque es como una herramienta para ello y hay que ser muy honesto para no caer .
Pues si que es verdda que los buenos amigos se reconocen sobre todo cuando uno triunfa o le van bien las cosas y se alegran de ello.Es un momento que se agradece que una persona que quieres ,que es tu amigo , se alegra de ese exito.
Tambien cuando te va mal,claro..
Y ya estamos en Marzo.
Esto va que vuela ,.
Bona nit
Un beso.
Bonita foto
saludos
Yo pienso que los buenos amigos se descubren en cada una de las circunstancias de la vida, es decir tanto en los buenos como en los malos momentos.
En todo caso, como ya dijo en el siglo XVI Mateo Alemán, "Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos"
Saludos.
Yo también opino que los buenos amigos están en ambas cosas, en las buenas y en las malas. Debe ir todo en consonancia, porque si está en una y falla en la otra, hay queda algo incompleto.
El poder, yo no he sentido atracción por él en la vida. Y llámame cómoda, pero si hablamos de trabajo por ejemplo, yo prefiero trabajar por cuenta ajena. Por cuenta propia da muchos quebraderos de cabeza. Un trabajador si es aplicado, puede que se lleve en la cabeza el trabajo a casa, pero eso puede ser en momentos de más ajetreo y puntuales, pero el dueño del cotarro, ese lo tiene todos los días en la cabeza. En la oficina, en casa y en todas partes. Un horror...
Así que de poder poco, la verdad. No lo quiero cerca de mí.
corremundosHace 17 minutos
eliocroca2Ayer a las 22:10
Joaki-007Ayer a las 19:08
angela.70Ayer a las 11:17
gkane13/06/2025