INTELECTUALES DE PACOTILLA

Hay días que me encuentro un poco peor que de costumbre (más aburrido, más ansioso, más estúpido), así que reviso mis hábitos. ¿Estoy durmiendo menos? No, no lo parece. ¿Me alimento mal? Como de costumbre. ¿No hago deporte? Ni ahora ni nunca. Por eliminación, termino llegando a la misma conclusión a la que he llegado en otras ocasiones. Lo que me pasa es que se me ha ido la mano con la no ficción y echo de menos en mi organismo un poco de narrativa, de ficción, de imaginación y de conflicto. El exceso de información me pone triste.

Lo reconozco, hay épocas de mi vida en la que tan solo leo ensayo, y cuando lo hago, termino mirándome al espejo y viéndome gris, arrugado, aburrido. Entonces echo un par de novelas al menú y me vuelven las alegrías de vivir. Hubo una época en la que pensé que me gustaba la playa, hasta que descubrí que seguramente lo que me pasaba es que era el único momento del año en el que volvía a las novelitas de terror o ciencia ficción de mi adolescencia. Era eso lo que me hacía sentir bien, no achicharrarme bajo el sol. Aun así, hay mucha gente que solo lee ensayo y que no se acercaría a un libro de ficción en la vida, no tienen tiempo para historietillas porque les sobra con entender la compleja realidad. Está mal visto fantasear, porque se piensan que toda ficción es fantasía, cuando a veces es más real que la realidad.

(Héctor G. Barnés)

No sé si será verdad o simplemente postureo pero sigue habiendo mucha gente que dice ver sólo los documentales de la dos y leer ensayos. Me da la sensación  de que muchos son intelectuales de pacotilla que así se dan aires de snob y de superioridad. Y es que no es incompatible leer de vez en cuando ensayos compaginándolos con novelas de ficción o incluso con superventas, como tampoco lo es ver un documental de animalitos con un concurso o una serie televisiva. cada cosa tiene su tiempo. Y una actividad  complementa la otra. No me veo yo tampoco en vacaciones, en una tumbona en la terraza o en la playa leyendo " La crítica de la razón pura" de Kant. No es un desdoro sumergirse en vidas ajenas inventadas por novelistas, aunque, como se dice al final del texto, la ficción no es solo fantasía porque es más real que la realidad. A veces lo que necesitamos es menos realidad y más imaginación, subconsciente y sueños, para realidad ya tenemos el telediario o incluso la guía telefónica.

La de historias que podían imaginarse (o no) en el claustro de San Isidoro del Campo, en Sevilla.

Besos.