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Vivimos en una sociedad de la información, secuestrados por una tecnología que nos hace creer que es imprescindible para manejarnos en el mundo. Los museos también han sucumbido a la intermediación y la sobrecarga informativa, como no podía ser de otra manera. Muchas obras de arte se explican por sí solas. Para entender otras muchas se necesita ayuda. Pero un exceso de intermediación, el empleo de los recursos de la museografía didáctica, dirigen tanto al visitante que le niegan la experiencia de la contemplación de lo sublime. Ante una cartela o texto cerca de una obra me dirijo automáticamente a leer esa información y, como si con ello tuviera saciado todo lo que necesito saber relativo a esa pieza, paso a la siguiente. Casi sin detenerme. Tengo que hacer un verdadero esfuerzo por no leer nada, precisamente para darme la oportunidad de mirar, sumergirme y disfrutar.
Un mínimo de información ayuda, es indiscutible, una ficha técnica básica (nombre del autor, título de la obra, fecha de realización y técnica) y, si acaso, un breve texto explicativo. Pero lo maravilloso es activar en el visitante la curiosidad por saber más sobre una obra que le ha llamado la atención, sobre todo cuando hoy en día la información está más a mano que nunca. Cuanta menos información se ofrezca en la sala, mayor será el gozo ante la obra y la exigencia al visitante, estimulando su curiosidad para que luego busque esa información adicional. Hablo de incitar a regocijarse con lo que a priori parece lejano e inaccesible. Aspirar a lo selecto. Porque deleitarse ante un cuadro hermoso cultivando el gusto estético perdura y engrandece el viaje de perfeccionamiento personal que es aprender. Porque lo triste hoy en día es que el museo ofrece servicios tan tentadores e intermediaciones didácticas decodificadoras tan eficaces que uno puede ir a un museo clásico a pasar varias horas y ni siquiera mirar una obra. Literalmente.
(Lorena Casas)
Quizá estas líneas puedan parecer un tanto exageradas sobre todo la última frase, pero tienen mucha razón. Los museos ahora se han convertido en unos lugares tan dirigidos, como unos circuitos de los que no te puedes desviar que dejan muy poco espacio a la libertad, porque a veces es imposible ir hacia atrás. Y también tiene razón en ese exceso de información por lo que pasa a segundo plano la curiosidad del visitante y la interpretación tan personal que un cuadro nos puede suscitar, y el derecho a decidir si nos gusta o no, si nos emociona o no. Demasiada tecnología quizá para distraer del deleite del arte.
Otra cuestión que me gustaría resaltar es lo atractivas que se presentan las tiendas de los museos y las cafeterías e incluso restaurantes más o menos sofisticados. Y suelen estar situadas al final del recorrido, pero,ojo, con entrada a veces desde la calle. Puedes comprar un bolso, un paraguas o un pañuelo con la estampación de ese cuadro que tanto te gusta sin ni siquiera haberte regocijado ante él. Como esta maravilla de Monet, "Le matin aux saules", del Museo de Orsay en París. Me encanta.
Besos.
Vamos a ver, el problema es que a muchos (desde directores de museos a artistas) se les olvida que la experiencia artística es absolutamente subjetiva. Lo fue para el creador de la obra de Arte, cuando plasmó un concepto de belleza a través de formas, colores y materiales, y lo es para el espectador, que debe "recrear" en sentido inverso el proceso original, hasta descubrir el sentimiento estético del que partió el artista. No se trata de entender, sino de sentir las obras de arte, que, por supuesto, ofrecen su mejor mensaje cuando se conocen datos eruditos. Pero eso no es necesario, porque, si lo fuese, la visita a los museos quedaría restringida a los historiadores del Arte, no al público en general.
Buenas noches .
Precioso este "Le matin aux saules", me gusta mucho la sutileza del color , ese medio tronco con las hojas colgando. y esas casitas ,precioso todo el conjunto.
Bueno , es mi interpretación claro, igual he metido la pata , como se suele decir.
Pues si ,los Museos han cambiado mucho , a mi me gusta ir despacito y si me apetece , dar una vuelta atras para volver a ver otra obra , pero claro, ahora esto en segun que Salas , es complicado.
Y claro tambien mucha información agobia un poco a veces . Es mejor apuntarse lo que le gusta a uno mas y en casa tranqulito mirarlo en Google .
Oh , las tiendas ¡¡¡eso es la tentación de las tentaciones . Hay cosas tan bonitas¡¡¡
Pero claro, todo no se puede comprar .
Bona nit .
Un beso.
Buenos dias mi querida amiga paso a saludarte y desearte un feliz Martes, con el cariño de siempre.un abrazo.
Todo necesita un equilibrio. Porque se hace necesaria una cierta información al visitante, si bien es cierto que esta información no debe restringir la iniciativa del visitante de sentir y experimentar el arte que se nos presenta. Pero en ocasiones, subrayar algún aspecto concreto puede resutar didáctico. No todos podemos tener un conocimiento académico de las distintas artes.
Paso rapidito, que regreso a la playa para ver allí el partido España-Francia.
Besos.
Desde luego que en general, hoy en día estamos saturados de información y echamos mano de Internet para consultar a cada momento cosas.
Como dice Fernando, al menos para mí, con que pongan el título, autor y alguna referencia, es suficiente. Ya si se quiere profundizar más pues a veces se hacen visitas con guía que te va explicando, o si algún cuadro te llama especialmente la atención, curiosear por tu cuenta.
Y es cierto que cada uno puede interpretar a su manera. Suele pasar con todo tipo de arte.
eliocroca2Ayer a las 22:11
Joaki-007Ayer a las 19:54
corremundosAyer a las 11:33
gkane13/06/2025
mebarak198110/06/2025