LAVARSE Y BAÑARSE

La higiene personal ha sido una preocupación constante en la historia de la humanidad. Desde tiempos antiguos, las civilizaciones han desarrollado diferentes prácticas y rituales para mantener limpio el cuerpo y prevenir enfermedades. El acto de bañarse ha evolucionado a lo largo de los siglos, adaptándose a las costumbres y creencias de cada época. Por épocas, se ha ido considerando cuestión casi religiosa, purificadora del cuerpo, un método de salud y bienestar, etc.

En Egipto, por ejemplo, se utilizaban aceites perfumados y sales minerales para limpiar el cuerpo y mantenerlo fresco. En la antigua Grecia, por ejemplo, los baños públicos eran lugares de encuentro social donde se discutían temas filosóficos y políticos. Los romanos, por su parte, construyeron impresionantes termas que incluían piscinas de agua caliente, saunas y salas de masajes. En la antigua China, el baño era una práctica común tanto para la higiene como para la salud. Los chinos creían en el equilibrio entre el yin y el yang, y consideraban que el agua era un elemento que ayudaba a mantener esa armonía. Durante la Edad Media, la higiene personal decayó en Europa debido a creencias religiosas y supersticiones. Se pensaba que el agua podía transmitir enfermedades, por lo que la gente evitaba bañarse con frecuencia. En su lugar, se utilizaban perfumes y hierbas aromáticas para disfrazar el mal olor. Sin embargo, en otras partes del mundo, como en el Imperio Islámico, la higiene seguía siendo una prioridad. Los musulmanes practicaban la ablución ritual antes de las oraciones, lo que implicaba lavar el rostro, las manos y los pies varias veces al día.

En el siglo XIX, con la llegada de la Revolución Industrial, se popularizaron los baños en casa y se empezaron a comercializar productos de higiene como jabones y champús. En el siglo XX, con los avances en la medicina y la tecnología, la higiene personal se convirtió en una parte fundamental de la salud pública. 

(Francisco María)

En cuestiones de higiene corporal, como en muchas más cosas a lo largo de la historia, no siempre se ha tenido el mismo concepto de cuidados del cuerpo. A veces da la sensación de que se retrocedió en la Edad Media en Europa y para no oler mal todo se iba con hierbas aromáticas para disfrazarlo cuando no se recurría al origen, el baño o el lavado. Ya sin remontarnos a los egipcios, griegos y romanos que consideraban ir a los baños públicos para charlar y hacer vida social, en esa misma época que llamamos Edad Media, los musulmanes consideraron siempre la higiene  como una prioridad. DE ahí la cantidad de baños que se conservan y que dan buena cuenta de ello. Sin ir más lejos en Sevilla se encuentran los baños de María de Padilla, en una especie de cripta bajo el Alcázar. De reciente descubrimiento tras un estudio arqueológico, es de origen almohade. En esta estancia, un algibe,  se encuentran supuestamente las salas donde tomaba sus baños la amante del rey Pedro I, doña María de Padilla. Según algunas leyendas, la bella dama se deslizaba desnuda hasta el lugar para tomar sus baños.

Es uno de los lugares más bellos de Sevilla y su visita no sólo nos ofrece una sensación mágica sino que además nos proporciona unas fotos impresionantes por el color dorado y su reflejo en el agua.

A bañarnos, que el agua no hace ningún daño, mientras las restricciones no nos persigan...

Besos.