LO RÁPIDO Y LO LENTO

Es innegable que la inmediatez, la instantaneidad o la rapidez es una categoría definitoria de las nuevas tecnologías. Ello ha venido a contribuir de manera exponencial a reforzar una tendencia cultural moderna a la aceleración, al culto a la velocidad de nuestras sociedades contemporáneas. También son incuestionables los beneficios y ventajas que esta celeridad,  genera en diversos ámbitos de nuestras vidas.  Como réplica a la «rapidación», a la velocidad que no está hecha a la medida de los humanos, podemos citar el Movimiento Slow, que frente a todo lo dicho hasta ahora propone «haz menos, lentamente» y elabora un auténtico Elogio de la lentitud. 

No se trata de renunciar al progreso, ni rechazar los beneficios que otorga la inmediatez . Se trata más bien de tomar conciencia de sus evidentes desventajas y de su efecto moldeador (para bien y para mal) de la realidad, también de la humana, y de mantener una permanente actitud crítica ante todo ello. Sobre todo, hay que evitar, no la velocidad, sino su ideología. ¿«Rápido es mejor que lento»? Depende, no siempre ni necesariamente. Basta tararear Despacito para, al menos, dudar de ello…

(Ethics)

Lo rápido frente a lo lento. Ya lo dice el refranero español que es más que sabio: vísteme despacio que tengo prisa. La aceleración, la inmediatez y la rapidez ("rapidación") forman parte de nuestras vidas. Lo queremos todo para ya y a eso se opone el llamado movimiento "slow", como un canto a lo lento, a lo mesurado, a hacer menos con más lentitud y sosiego. También se dice que las prisas no son buenas consejeras y nos deshumanizan, pues como afirma con cierto humor el autor del texto, lo rápido no es siempre mejor que lo lento: despacito, quiero respirar tu pelo despacito... en el amor las prisas no son nada buenas.

UN ejemplo de esto anterior se puede observar en esta foto, de esas que no ves cuando las haces sino una vez hechas. Quise fotografiar esta mañana a esta colonia de tortugas amodorradas que se encontraban en el lago que hay en el Retiro madrileño junto al Palacio de Cristal y de repente se cruzó a velocidad de vértigo una paloma que el ojo humano casi no captó. Resultado, la rapidez de su movimiento impidió admirarla. Todo lo contrario de las perezosas tortugas que desde luego no salen movidas en la foto.

Besos.