LOS QUE SE QUEJAN DEMASIADO

Es una obviedad decir que la queja trae descrédito y produce hastío, sin embargo, no hacemos otra cosa que quejarnos: de la vida, la política y la familia; del tiempo atmosférico y del tiempo que vivimos. En fin, también nos quejamos de los quejicas. Y de los que se quejan de los quejicas.Vivimos un tiempo que todo nos molesta y mostramos enfado con el mundo, donde siempre hay alguien que tiene la culpa de algo y hay que reivindicar el agravio. El malhumor, la queja, la indignación y la hartura son un rasgo distintivo de la sociedad actual. No obstante, nadie se denomina o percibe quejumbroso o quejica. Fenómeno curioso. Todos tendemos a la autojustificación. Así y todo ¿por qué seguimos quejándonos, de forma persistente, sabiendo que es tan contraproducente y provoca un claro rechazo? Una primera respuesta, contundente y simple, nos la da el sentencioso y provecto refrán: “El que se queja, sus males aleja”.

La queja, en sí misma, puede ser funcionalmente positiva, saludable, en la medida que nos ayuda a tomar conciencia, a detectar lo que no está bien para ponerse en marcha y buscar soluciones. Cuando se hace reiterativa y persistente es negativa y estéril . La queja disfuncional no busca solución, busca y reitera la queja misma.

(José Abad)

Se podría tener la sensación de que los más reivindicativos y protestones de la sociedad son los más jóvenes que, con su queja pretenden (o pretendían) cambiar el mundo. Pero en mi opinión no es algo tan claro. Con la edad se tienen  las cosas más claras y se sabe mejor lo que nos gusta y lo que no, y frente a lo que no gusta, el personal  protesta y se lamenta. Pero como en todo hay que tener medida porque si quejarse es bueno, es saludable y nos ayuda a autoafirmarnos, el que está todo el día lamentándose produce rechazo, porque da la impresión de quejarse por sistema sin hacer nada para evitar, si está en su mano, lo que provoca pesadumbre. Si tu mal tiene remedio ¿por qué te quejas?. Si no lo tiene ¿por qué te quejas? dice un proverbio oriental.

Aunque también habría que matizar que no es lo mismo la queja que el lamento. Quejarse es expresar con palabras, con sonidos o con ademanes algún dolor, molestia, descontento o inconformidad.  Lamentar es sentir dolor, pena, tristeza o arrepentimiento por algo. Quejarse es manifestar un desacuerdo, lamentarse implica una cierta pena, sentirse triste. Pero sin llegar a ser un quejica crónico, un profesional de la queja, sigamos al refranero siempre tan sabio: "El que se queja sus males aleja".  Como aleja el reflejo deformado en una bola del arbol navideño.

Besos.