Aunque muchos se empeñen en utilizarlo como un termómetro que mide la intensidad del amor que siente una persona por otra, la verdad es que nada tiene que ver el dicho «manos frías, corazón caliente»con los asuntos sentimentales.  Nuestro organismo es homeotermo y, por lo tanto, se va autoregulando para que los órganos vitales de nuestro interior se mantengan a una temperatura constante alrededor de los 37 ºC.

Cuando hace frío exterior y la sangre que circula por nuestras venas lo nota, comienza un proceso que se conoce como vasoconstricción (contraer los vasos sanguíneos, o sea, las venas) que provoca que llegue menos sangre a nuestras extremidades (pies y manos), que son las primeras partes del cuerpo que se nos enfrían cuando bajan las temperaturas. Gracias a que las manos estén frías, nuestro órgano más vital (el corazón) se puede mantener caliente, todo un fantástico proceso fisiológico que no se sabe cómo se trasladó al campo sentimental.

 (Alfred López)

Como ya es conocido, a  mí me gustan mucho estas frases hechas que repetimos hasta la saciedad, como la de hoy "manos frías, corazón caliente", pero que no siempre tiene que ver con su origen primero. Al equiparar el corazón con el amor y la pasión, la frase tiene sentido pero en realidad, tiene que ver con el corazón, el órgano central del cuerpo humano. Y la explicación es fisiológica. El cuerpo humano que es sabio hace que el frío exterior pase antes a las extremidades para así preservar calentito, a pleno funcionamiento, el corazón.

Si nos hacemos caso del refranero, y un poco contrastando con la frase anterior, parece que el hecho de tener las manos frías, echa para atrás a los enamorados, "manos frías amor para un día, manos calientes amor para siempre". Y es que para las caricias acercarte al amado con las manos heladas, siempre puede producir un respingo, la verdad.

Manos frías o calientes. Las de la foto, frías como el mármol de la tumba que recubre.

Besos.