PUESTAS DE SOL

Le pido que si puede no deje de ver estos días una puesta de sol. Hay miles de sitios bucólicos en los que se puede observar y seguramente ya tenga en la cabeza algunos de ellos. Para mí, las más bellas se ven en el campo o en el mar. En mi caso este verano he podido disfrutarlas en las playas de Zahara de los Atunes y es un espectáculo inigualable.

La retirada del sol anaranjado en el horizonte es lenta. Como lo es el paso del tiempo en esta época del año en la que muchos podemos parar a mirarlo. El astro que nos da luz y vida va tiñendo poco a poco de tonos ocres el agua de manera irregular, como si fuera una pintura a trazos que la hace única e irrepetible. Al contacto con el agua el sol se va haciendo más grande. Va ensanchando su figura para reafirmar su condición de rey de las estrellas y para recordarnos que no mengua sino que solo se esconde hasta mañana. El tiempo va pasando y la luz se va dorando, mientras el mar engulle la gran circunferencia hasta dejarla en la mitad. Ahí empieza el ocaso. La luz se va perdiendo mientras la gran bola de fuego se va ocultando poco a poco tras el horizonte, esa línea que separa el mar del cielo y que desde la tierra es lo más parecido al fin del mundo.

La puesta de sol nos marca el adiós del día y el principio de la noche. Es el fin del ciclo o el comienzo de otro. Es también el recordatorio de que el tiempo es finito. De que el universo avanza inexorablemente por mucho que el ser humano se empeñe en detenerse en lo superficial.

(Javier Gallego)

He leído este artículo de Javer Gallego en la prensa local y no he podido resistirme a compartirlo con vosotros, con los que tengáis a bien leer mis líneas diarias. Me parece una descripción preciosa de una puesta de sol en el mar, parece que nos estuviera dibujando con palabras una estampa de luces y colores. Me ha encantado. Ni quitaría ni añadiría nada. Y también me gusta lo que afirma al final de que cada puesta de sol es un adiós del día, el final de un ciclo y el comienzo de otro con la llegada de la noche. Así, tal y como es la vida donde se van superponiendo estos ciclos y avanzando sin poder los seres humanos pararlos.

Cada uno de nosotros tendrá un lugar ideal para contemplar una puesta de sol, ya sea en el mar, en la montaña, en el campo, en la ciudad de nuestros sueños, en la terraza de casa ... y sus razones serán todas válidas. De nosotros depende hacerla inolvidable: “Hagamos de los atardeceres algo inolvidable, de las mañanas algo hermoso, y de las noches algo que siempre queramos repetir.”  El de la foto es un atardecer en la playa, foto de archivo, de hace tres años, pero podría ser de ahora.

Besos.