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http://generalflores.com/historia/iglesia_cerrito.htm
templo católico que se levanta en la cima de una elevación en la ciudad de Montevideo, por lo cual se lo conoce como la Iglesia del Cerrito de la Victoria.
Su diseño se asemeja a la Basílica del Sacré Cur de Montmartre (París), aunque a diferencia de ésta, el Santuario está recubierto de ladrillo; también tiene inspiración en la iglesia de Santa Sofía de Constantinopla.
El terreno fue adquirido en 1902 por el arzobispo Mariano Soler. La piedra fundamental se colocó en 1919,
DESESPERANZAS
¿esperar?,
¡dejadme de inútiles esperanzas!,
¡esperar!,
¿qué, sino la muerte o la pena amarga?
Y al cabo, ¿en qué consiste esperar
más que en dejarse morir?
prefiero mil veces desesperar
de puro querer vivir.
Por una parte va el desesperar;
lejos camina la conformidad.
Dime, ¿qué prefeires,
la vida o la muerte?
hubo un tiempo en que confiaado esperaba
el agua que baja de la montaña...
¡tan tenñida de verde
ocultaba la muerte!
yo he desesperaado de no tenerte,
que resumías tú
mi norte y mi sur:
la vida en las entrañas de la muerte.
¿Dices la muerte?
¡No nombre al verdugo
en casa del difunto!
solamente os digo: desesperar,
una palabra que encierra una vida.
¿qué vida?
¡ah, eso lo debeis averiguar!
¿Sabes qué recóndita dulce fuerza
mi desesperanza de rojo alienta?
la fe;
cuando lo posible
se torna imposible,
tan solo nos queda
la fe.
Jesús Sanchez Jurado
si que se parece al sacre coeur de parís. Yo lo he visto en vivo y enseguida me lo ha recordado
En el libro TRES MOMENTOS Y UN ENTONCES y en el poema TRES MOMENTOS se habla precisamente de esos, de tres momentos por los que creo que todos hemos de pasar. Estos son los poemas que abren la descripción de cada uno de eso tres mometnos, seguidos cada uno de ellos de otros cuantos que los van desgranando.
Era uno de esos momentos
en que lo cosechado
debe guardarse,
en que la luna se hace nueva
en los ojos que la miran
y los árboles aún conservan
las hojas que ha de llevarse el tiempo,
era uno de esos momentos
en que los mapas se levantan,
se modifican y se amplían
con el sudor de los días
pasados bajo el sol
y los sueños de las noches
de corazones abiertos,
era uno de esos momentos,
tan hermosos,
en que se sube un escalón
y se mira más allá
del horizonte,
cuando caído por tierra,
bajo el peso del añejo gusto
por los tesoros
que antes me esforzaba
por acumular,
a todo lo largo,
vertido el perfume del logro,
quedé.
Era otro de esos momentos
Con sabor a tierra,
En que la superficie halla medida
En las cuencas vacías
De planisferios terrestres
Y el volumen discurre
Con cauces bajos
De pies errantes,
En que levantar la mirada
Parece cosa de oídos
En los cuales el eco
Prosigue martilleando
Siempre palabras de dolor,
Nunca de consuelo.
Leso y dolorido,
Me levanté y corrí,
De un solo salto,
Queriendo alcanzar el amanecer,
Abrir el nuevo día
Como si las horas postreras
Del día que se va
Insistentes no goteasen;
Justo en ese momento
En que el dolor
Debe ser reconocido,
Me levanté y corrí,
Buscando en la noche
El oscuro olvido.
Era uno de esos terceros momentos,
Más largos que un suspiro
Que se te quiere escapar sin aliento
En medio del camino,
Calle arriba,
¡Qué difícil es andar
Calle arriba!,
Levantarte
Y sin suspiros pendientes mirar
Los ideales,
Calle arriba,
Lesos, ante un zaguán,
En la orilla,
A la intemperie que llega del mar,
Playa arriba,
En uno de esos terceros momentos
Más largos que un suspiro
Que los aires cortan entre los dedos
Con cuchillos de frío.