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Nuestro amor no solo es condicional, también es mercurial. Nuestro amor se basa en sentimientos y emociones que pueden cambiar de un momento a otro. La tasa de divorcios es extremadamente alta en la sociedad actual, porque los esposos y esposas supuestamente dejan de amarse unos a otros o se desenamoran. Podrían estar atravesando un bache en su matrimonio y ya no sienten amor por sus cónyuges, así que se dan por vencidos. Evidentemente, su voto matrimonial de hasta que la muerte nos separe, significa que pueden separarse cuando el amor por su cónyuge muera, en lugar de cuando mueran físicamente.
¿Puede alguien realmente comprender el amor incondicional? Parece que el amor que los padres tienen por sus hijos es lo más cercano que podemos ver de un amor incondicional, sin la ayuda del amor de Dios en nuestras vidas. Nosotros continuamos amando a nuestros hijos a través de los buenos y malos tiempos, y no dejamos de amarlos, aunque no cumplan las expectativas que tenemos de ellos. Tomamos la decisión de amar a nuestros hijos, aunque los consideremos no merecedores de ese amor; nuestro amor no se detiene cuando nosotros no sentimos amor por ellos. Este amor es similar al amor de Dios por nosotros. Pero como lo veremos, el amor de Dios trasciende la definición humana de amor a un punto que nos es difícil entender.