He paseado por las fuentes de los arroyos que empiezan a correr, leves, imprecisos, entre matorrales y flora de alta montaña.

   He visto como se juntan y engrosasn sus estrachos cauces, como toman fuerza en las fuertes pendientes de las, a veces, escarpadas laderas, como arrastran los cantos y los ruedan. Como confluyen unos con otros hasta formar un río que, después, va remansandose y ensanchandose, confluyendo con otros, corriendopor hermosos parajes hasta llegar al mar.
   Quiero ofreceros esta foto de la confluencia de dos hermosos arroyos navafrieños: el arroyo del Chorro, que dejó atrás las cascadas a que hace referencia su nombre, y el arroyo Artiñuelo, de más largo recorrido, pues viene de Peña Cabra. Ambos se juntan aquí, junto al refugio del Chorro, para formar el río Cega, que marcha hacia el Duero para caminar juntos por tierres castellanas y portuguesas para, en Oporto, verter en el Atlántico.

¿Una sonrisa?

Se trata de 4 hombres que iban a subir un piano al piso 10.
Ellos estaban muy cansados y uno de ellos dijo:
Que vaya alguien a ver cuántos pisos nos faltan.
El otro le dice:
Okay, voy yo.
El tipo sube y llega hasta el piso 10. Bueno, si subí 6 pisos es porque estamos en el piso 4. El tipo baja y le dice a sus compañeros:
Les tengo dos malas noticias.
Entonces, uno de los hombres le dice:
Dinos una y la otra la dices cuando lleguemos.
Okay, nos faltan 6 pisos para llegar.
Los hombres ya bien cansados llegaron al piso 10 y uno le pregunta al otro:
¿Y cuál era la otra mala noticia?
El tipo le contesta:
Este no era el edificio.

¡Sé feliz!