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L  Llevadot: Las mujeres y el matrimonio

Laura Llevadot (Barcelona, 1970) asegura que ha escrito Feminismo y crítica de la diferencia sexual (Tusquets Editores) para “dar estructura a un malestar” que ha sentido “como propio”. Impulsora y directora de las dos primeras ediciones del Festival de Filosofía Barcelona Piensa, la académica explora en este tratado las problemáticas del feminismo contemporáneo. Destaco parte de una entrevista publicada en EL PAIS.

Pregunta. Se pregunta, como Simone de Beauvoir, “por qué las mujeres no se han rebelado”. Esta cuarta ola feminista, ¿no la percibe como una rebelión?

Respuesta. En esta etapa se han puesto el foco y la denuncia en la violencia estructural y su relación con un cierto concepto de masculinidad, casi siempre enmarcado en la relación heterosexual. Se ha hecho mucha crítica de la violación, visibilizando algo que ya no era reclamar igualdad de derechos, se ha hablado de violencias que pasan en tu casa.

P. Entonces, ¿no hemos avan­zado?

R. En derechos sí, claro, como con la ley trans. Cuerpos oprimidos hay de muchos tipos, no solo los de las mujeres. Es un avance legal. El avance de mentalidad no se ve tan claro.

P. ¿Qué lo impide?

R. Aunque las mujeres han podido acceder a puestos de poder, han mantenido la estructura de las instituciones. Si siguen siendo las mismas y siguen funcionando igual, no ha habido un cambio: no existe acceso de las mujeres porque el poder sigue funcionando como siempre. El progreso no es tan real como parece cuando persisten la hipersexualización y las desigualdades en las relaciones afectivas.

P. ¿A qué feminismo apela?

R. A la teoría queer. Es la que está cuestionando el aparato binario: el que nos divide en lo masculino y lo femenino. Si hacemos la crítica al aparato ya estamos todos incluidos, incluso los hombres, porque también están los que no se reconocen en ese mandato de masculinidad que les han impuesto. Ese aparato se debe cuestionar en el ámbito económico, social y político.

P. Afirma que no se puede hablar de condición femenina sin herir al lenguaje heredado. ¿Se conseguiría con el lenguaje inclusivo?

R. El lenguaje inclusivo es una modificación del léxico. Si estás poniendo una ‘e’ en lugar de una ‘a’ estás cambiando el género del léxico, pero en realidad la gramática de nuestras vidas sigue siendo la misma. Es un cambio superficial. Las mujeres no deben hablar con el lenguaje del amo, porque se sucumbe a una estructura en la que ya está prefijado. En la teoría feminista se escribe de una manera muy personal en los asuntos políticos, con cierta agresividad. Hay que introducirla en filosofía, ciencia y academia.

P. Escribe: “Descubrir y denunciar la misoginia de los autores célebres carece de valor. El feminismo debería servir para algo más que juzgar y prohibir. A poco que hurgues en los escritores alemanes, siempre habrá un antisemita agazapado”.

R. En el presente se debería dar por supuesto que no tenemos por qué aceptar actitudes misóginas en nuestro trabajo, ni con nuestras parejas ni con los demás. En las obras del pasado es distinto. Si miras las cartas de Kafka comprendes que era un misógino, un narcisista y un maltratador. Una barbaridad. Entonces, ¿qué hacemos? ¿No leemos a Kafka? Yo creo que es al revés, Kafka también se enfrentaba a los mandatos de su mundo, pero no lo hacía en términos de género. Se puede aprender de estos autores para llevarlos al terreno del feminismo.

P. Dice que la prostitución es estructural, que “abogar por la abolición es chistoso cuando no se ha pedido en casa”.

R. Yo no soy de las feministas que están en contra de la prostitución, estoy en contra de cualquier explotación. También de las mujeres, obviamente, pero nuestra sociedad se ha estructurado sobre la prostitución. Las mujeres se han prostituido en los matrimonios y sin cobrar: tú te casabas para que alguien te mantuviese, a cambio le dabas favores sexuales, descendencia y no hacías el amor siempre que quisieras. Esto era lo normal. Empecemos a reconocer que eso ha sido estructural para todas.

P. ¿Es “ilusorio pensar que alguna vez tendremos derechos plenos”?

R. Mi responsabilidad, mi posición ética es como la de Antígona. Dijo: “Me da igual que me entierres viva, tengo que hacer lo que tengo que hacer”. No podemos esperar siempre a que llegue la utopía. Uno no tiene que luchar para que en el futuro se realice aquello por lo que batalla, debe hacerlo por su presente, por justicia. No porque llegue un día en el que no haya patriarcado.



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